Como adelanto de lo que será su participación de este viernes en el II Seminario Cultura y Economía, organizado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, el economista australiano David Throsby dictó una en la Universidad de Viña del Mar, donde destacó el rol de las industrias creativas y la necesidad de revalorar la cultura en el desarrollo económico de los países.

A su juicio, en los últimos 10 años la idea de la economía de la cultura ha ido ampliándose, aunque siempre asociada al ámbito de las artes. Pero “sabemos que el tema cultural abarca más que eso; es una política que involucra aspectos compartidos de nuestras vidas, los valores y cómo nos expresamos”, expresó el profesor del Departamento de Economía de la Universidad Macquarie, Sydney.

Posteriormente, entró de lleno en el campo de la economía creativa, que considera a la creatividad como base de la innovación, la que a su vez impulsa los avances tecnológicos que, inevitablemente, implicarán un aporte a la economía.

Frente a esto, uno de los principales desafíos es cómo medir el valor de la cultura, que no sólo está asociado al dinero, sino a ser capaces de determinar su valor real como bien. “Un edificio puede ser valorado como un activo económico, pero tras él hay también una ubicación geográfica, una arquitectura y una historia que pueden tener tanto o más valor”.

“Muchas veces la gente ve la cultura como un costo y no como una inversión a largo plazo, como debiera ser”, agregó. Pese a ello, el consumo cultural ha crecido, aunque variando su centro de gravedad: “Con el arribo de medios más sociales han cambiado las formas de acceder, pero el consumo se mantiene. Se ha perdido la necesidad de acceder a los conciertos en vivo, pero la gente los sigue de todos modos a través de internet”, estimó.