El primer ministro conservador húngaro Viktor Orban celebró el lunes un triunfo personal con la adopción por el Parlamento de una nueva Constitución, que incluye referencias a Dios, al cristianismo y a la familia tradicional, calificada de “golpe” constitucional por la oposición.

Un total de 262 diputados votaron a favor, 44 en contra y uno se abstuvo, en una votación previsible, al disponer en el Parlamento el partido gubernamental, el Fidesz, de una mayoría de dos tercios.

Los socialistas (MSZP) y la izquierda liberal-Verdes (LMP) boicotearon la votación, mientras que la ultraderecha (Jobbik) votó contra el texto, denominado por gran parte de la prensa húngara de “Constitución Orban”.

“Hemos vivido un momento histórico”, afirmó el presidente del parlamento, Laszlo Kövér (Fidesz).

“El texto reconoce al cristianismo como la base de nuestra civilización, pero la Constitución garantiza la libertad moral”, agregó, antes de pedir a los diputados cantar el himno nacional.

La nueva constitución debe todavía ser firmada por el jefe de Estado, Pal Schmitt, cercano a Viktor Orban, el 25 de abril, y entrará en vigor el 1 de enero de 2012.

Les referencias a Dios, al cristianismo y a la familia tradicional causan polémica en Hungría, donde una serie de manifestaciones de la oposición, de organizaciones no gubernamentales (ONG) y movimientos ciudadanos movilizaron a varios miles de manifestantes en los últimos días.

El lunes, ciudadanos reunidos en Facebook a favor de la libertad de prensa contra la muy controvertida ley sobre medios de comunicación de Viktor Orban, calificada de “liberticida” por sus detractores, organizaron una manifestación cerca del parlamento para denunciar los que para ellos significa el “cuestionamiento” del Estado de derecho.

En su preámbulo, lleno de formulas del legado histórico cristiano y nacionalista, la Constitución saluda “la unidad espiritual e intelectual” de la nación húngara, “desgarrada en varias partes con motivo de las tormentas históricas”.

Sus detractores consideran que esta Constitución viola las libertades fundamentales y constituye esencialmente un medio para Viktor Orban de fortalecer su poder.

Organizaciones feministas, de defensa de los derechos humanos o asociaciones de defensa de los homosexuales afirmaron que el proyecto de Constitución es “discriminatorio” y “antidemocrático”, al mismo tiempo que marcado por “una ideología cristiana de derecha”.

Se inquietan en particular por la suerte de los caben en ese molde: no creyentes, homosexuales o incluso familias monoparentales.

Estiman que la puerta esta abierta para una posible prohibición del aborto, pues la constitución estipula que “la vida del feto debe ser protegida a partir del momento de su concepción”.

Además, el Consejo presupuestal del banco central, compuesto por miembros allegados a Viktor Orban, tendrá derecho de veto sobre el presupuesto y, si es ejercido, el jefe de Estado, Pal Schmitt, podrá disolver el Parlamento.

Incluso si pasa a la oposición luego de las legislativas de 2014, Viktor Orban podrá, via el Consejo presupuestal y el jefe de Estado, disolver el Parlamento. Una disposición calificada de “golpe” constitucional por la oposición.

Viktor Orban se justificó al declarar que la anterior constitución era de la época en que Hungría pertenecía al bloque comunista, tras la Segunda Guerra Mundial, aunque fue modificada en 1989, tras el derrumbamiento del bloque soviético.

Sin embargo, el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, de visita el lunes en Budapest, mencionó “las preocupaciones internacionales” en torno a la carta, y se permitió pedirle a Viktor Orban “buscar consejos de organismos “como la ONU y el Consejo de Europa”.