El método para denominar a los seres vivos tiene casi 300 años pero este viernes será desafiado en la Universidad Yale por quienes quieren reemplazarlo por otro.

Y no se trata de un debate puramente académico sin consecuencias.

Los científicos que descubren peces, aves o cualquier otro ser vivo desconocido, o aquellos que estudian los fósiles y los microorganismos, aseguran que tienen cada vez más problemas para dar nombres a sus hallazgos.

James Prosek, naturalista, autor y artista, tomó conciencia mientras escribía su libro “La Trucha: Una historia ilustrada” de que la nomenclatura tradicional de los seres vivos está quedando desfasada con relación a los conocimientos actuales.

Por ejemplo, la trucha de río nativa de Connecticut, donde pescaba de niño, la trucha irisada del oeste de Estados Unidos y la trucha europea, tienen en común la denominación “trucha” pero la de río está más relacionada con un pez del Ártico, la irisada con el salmón del Pacífico y la europea con el del Atlántico.

“Técnicamente, ni siquiera sería correcto llamar al libro ‘Truchas’”, dice Prosek.

Este viernes, Prosek y otros biólogos de Yale y el instituto Smithonian de Washington se reunirán en el Centro Whitney de Humanidades en el simposio “Nombrar a la naturaleza: una conversación sobre la naturaleza, usos y limitaciones de la taxonomía biológica”.

La idea revolucionaria planteada en el foro es que ha llegado la hora de abolir el sistema actual, inventado por el botánico sueco Carl Linneo hace 275 años.

El sistema de Linneo divide al mundo natural en categorías precisas y nombra a las especies con dos nombres en latín, como Homo sapiens para el hombre, con grupos que se basan en similitudes físicas.

Los reformistas de la conferencia de Yale, incluyendo el profesor de geología Jacques Gauthier, el biólogo Michael Donoghue, y el zoólogo Kevin de Queiroz, opinan que el sistema de Linneo quedó superado.

“Simplemente el sistema de Linneo no está a la altura de la tarea de manejar la enorme cantidad de información que hemos acumulado sobre la diversidad”, dijo Donoghue.

Su idea es reemplazar el sistema de Linneo por algo llamado “PhiloCode”. Bajo el nuevo sistema propuesto, las formas de vida están catalogadas en función de sus ancestros y de principios darwinianos.

Donoghue y sus colegas ya convirtieron el herbiario de Yale del sistema de Linneo al PhiloCode, y explican que los nombres no necesariamente cambian salvo para corregir un nuevo conocimiento en materia evolutiva.

Pero no todos los participantes están a favor del PhyloCode. Richard Prum, de Yale, que reconstruyó las plumas rojas, blancas y negras de un dinosaurio a partir de sus fósiles, considera que no es una buena respuesta.

“El PhyloCode no resuelve el problema”, dice. Prosek advierte en cambio que cuando algunas especies que considera están mal nombradas en el sistema de Linneo no obtienen el reconocimiento de su diversidad pierden la protección de algunas leyes de conservación.