Con la llegada del calor, comienza la anhelada temporada de piscinas, especialmente para los niños. Sin embargo, es necesaria la prevención de los accidentes por inmersión en el agua, pues representan una de las principales causas de muertes en menores o dejan secuelas neurológicas de por vida.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la edad es un factor clave y de riesgo de ahogamiento. Es así como los índices más elevados de muerte por esta causa, van entre 1 y 4 años, y le siguen los niños de 5 a 9 años.

El Dr. Fernando Valenzuela, pediatra de la Clínica Biobío, asegura que “al contrario de lo que sucede con las personas adultas, en el caso de los niños, el 86% de los ahogamientos se producen en piscinas domésticas”.

En esta línea, el especialista entrega los siguientes consejos para evitar este tipo de accidentes.

1- No perderlos de vista ni un segundo

Bajo ningún concepto hay que perder de vista a los niños mientras están en la piscina, hay que vigilarlos siempre y nunca dar la espalda a los niños mientras estén en el agua.

“En solo 27 segundos, un niño que no sabe nadar empieza a ahogarse y en 3 o 5 minutos le quedarán graves secuelas o incluso puede fallecer a causa del ahogo”, asegura el especialista.

2- Recordar la máxima 10/20

Consiste en observar cada 10 segundos a los menores en la piscina, y no tardar más de 20 segundos en llegar a ellos en caso de ahogamiento.

3- Cero distracciones

Algo tan sencillo como responder al teléfono, ir a abrir la puerta, puede tener como resultado el ahogamiento de un bebé. Es mejor que haya dos adultos que hagan turnos vigilando a que los niños queden sin vigilante.

4- Protege tu piscina

La mejor forma para evitar accidentes en la piscina cuando no estás presente es cercarla. Así los niños no pueden llegar a ella de ninguna forma.

Instalar un cerco perimetral lo bastante alto para que no pueda saltarlo un niño, ni colarse por debajo, ni escalar por ella, con cierre automático de la puerta y con pestillo, reduce en un 95% las muertes por ahogamiento.

5- Enséñales a nadar

Enseñar a los niños a nadar es uno de los mecanismos más eficaces para evitar ahogamientos. Se pueden iniciar las clases a partir del año de edad.

No sólo nadar es imprescindible, hay que tomar otras medidas de seguridad para evitar accidentes en la piscina: bañarse en lugares seguros, que avisen siempre a un adulto antes de bañarse, no tirarse al agua de cabeza.

6- Cuidado con la falsa sensación de seguridad

Los flotadores, alitas, tablas y otros elementos flotantes pueden darnos una falsa sensación de seguridad. En realidad, solo son una ayuda, pero nunca pueden reemplazar la seguridad que ofrece la vigilancia permanente.

7- No dejar objetos en la piscina

Es imprescindible no dejar ningún juguete dentro de la piscina. Estos pueden llamar la atención de los niños mientras no estamos delante y caerse al agua en un intento de recuperarlos.

8- No solo el agua es peligrosa

Existe también peligro cuando la temperatura del cuerpo es muy alta y la del agua muy baja. Las consecuencias pueden ser devastadoras, como la pérdida de conocimiento o el paro cardíaco.

Para evitarlo, es bueno refrescarse poco a poco, mojándose partes del cuerpo, para que vayan adaptándose a la temperatura del agua. En cualquier caso, salir de inmediato del agua si una persona se siente mal.

¿Qué hacer frente a un accidente por inmersión?

Al respecto, el Dr. Alfredo Labarca, urgenciólogo y Jefe de Operaciones de HELP, sostiene que “es fundamental el restablecer una adecuada entrega de oxígeno a los tejidos, lo antes posible, ya que de esto depende el pronóstico neurológico y vital del paciente”.

Agrega que “es difícil saber con seguridad la duración de la inmersión, por lo que todo paciente rescatado debe recibir reanimación inmediata”.

Ante un evento de este tipo, el especialista de HELP entrega las siguientes recomendaciones:

-Inicie una resucitación precoz (respiración boca a boca y compresiones torácicas), es la medida más eficaz para mejorar el pronóstico.

-Llamar a un servicio de emergencia pre-hospitalario lo antes posible.

-Saque al accidentado del agua y póngalo sobre superficie dura; a partir de aquí el manejo es similar al de cualquier persona con paro cardiorrespiratorio (AHA 2017).

-Si el niño respira, debe ponerlo de lado, de modo que, si vomita, no aspire este contenido y caiga en PCR.

-Si la víctima no responde o no respira, inicie compresiones torácicas a una frecuencia de 100 por minuto y profundidad de no más de 5 cms. (adulto y niño mayor).

-Si el reanimador está sólo o no tiene entrenamiento, mantenga sólo las compresiones torácicas (“RCP sólo con manos”) hasta que la víctima reaccione o llegue un equipo médico de emergencia.

-Si el reanimador tiene entrenamiento o hay dos reanimadores, alterne 30 compresiones torácicas con dos respiraciones boca a boca, previo despejar la vía aérea (sacar cuerpos extraños de la boca que puedan estar obstruyendo).

-Cubra boca y nariz con su boca si se trata de un niño pequeño o tape la nariz y cubra con su boca la del accidentado si se trata de un niño mayor o adulto para efectuar las ventilaciones boca a boca.

-No se recomienda la maniobra de Heimlich, salvo que un cuerpo extraño esté obstruyendo la vía aérea.

-Si hay sospechas de lesión de la columna cervical (piquero, deporte acuático, lesión evidente), trate de no movilizar la columna cervical.

-No efectúe maniobras para extraer agua de los pulmones; son innecesarias y hacen perder tiempo.

-No abandone las maniobras de resucitación hasta entregar al paciente al servicio de urgencia.

Las personas que han sufrido una asfixia por inmersión siempre deben ser trasladadas a un centro asistencial, ya que luego de una reanimación exitosa, dentro de las 72 horas siguientes se puede producir un nuevo deterioro respiratorio conocido como “inmersión secundaria”.