En busca de reducir su impacto ambiental e incrementar la funcionalidad de los productos, la industria textil se renueva a través del desarrollo de biotextiles creados a partir de hongos, piel de manzana y seda de araña, entre otras materias orgánicas.

Esto, debido a la reinvención de la industria textil y cómo mejorar sus ingresos, intentando aumentar su producción y venta desde la sustentabilidad, además de reducir el impacto ambiental que las fábricas generan.

Incluso, el Foro Económico Mundial, indica que la producción de ropa está vinculada al 10% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono y es la segunda mayor consumidora de agua a nivel mundial, debido al proceso de teñir las telas y al cultivo de algodón.

Mimco | Collar de pétalos de flores

Desde telas fabricadas con desechos de la industria alimentaria a alternativas al cuero y a la seda, como fabricarlas en laboratorio, los horizontes de la moda se expanden en busca de reducir su impacto ambiental e incrementar la funcionalidad de sus géneros de manera sostenible, según se explica en una investigación de The Business of Fashion.

Ropa a partir de desechos orgánicos

Orange Fiber es una compañía italiana, líder en la fábrica de ropa a partir de este tipo de elementos. Específicamente, crean prendas a partir de los derivados de la producción de jugos cítricos.

Incluso, la popular marca mundial H&M, ha utilizado esta técnica de fabricación en una colección que sacó a la venta en 2019, según informa Infobae.

MycoWorks | Cartera fabricada a base de micelio

Nanollose, empresa australiana ofrece una alternativa similar: desarrolló un sustituto del rayón a partir de celulosa generada con la fermentación de residuos orgánicos líquidos y, con un enfoque basado en la funcionalidad.

Dentro de este modelo de producción, uno de los materiales más populares es el biocuero vegano. Esta alternativa está hecha a partir del bagazo de uva, un excedente de la industria vinícola, mientras que otras formas de telas se crean a partir de la fibra, celulosa y azúcares de la piel de manzana desechada tras la producción de jugos y compotas.

Suzanne Lee | pionera en el cultivo de organismos para fabricar ropa

Por otro lado, algunas compañías han incursionado en otro tipo de organismos vivos para la fabricación de telas, como es el caso del micelio, un compuesto que forma a los hongos, frecuentemente utilizados en el desarrollo de alternativas al cuero, mejor conocidas como ‘cuero de hongos’.

Orange Fibers | Pañuelo a base de jugo de naranja

No obstante, entre los materiales más novedosos empleados para el desarrollo de biotextiles se encuentran aquellos descubiertos por la investigadora inglesa Alice Potts, quien utilizó pétalos de flores para crear lentejuelas y sudor y lágrimas humanas cristalizadas en accesorios en colaboración con la marca australiana Mimco y en ornamentos para sus prendas, según consigna la revista Forbes.

En cuanto al proceso para realizar estas telas, en el caso de prendas fabricadas a base de levaduras, primero diseñan el ADN de la levadura para producir colágeno y luego fermentan esa levadura para lograr células productoras.

Después, purifican ese colágeno y lo ensamblan en estructuras de materiales únicas, lo tiñen y como resultado obtienen una textura similar al cuero, según explica Verónica Bergottini, quien cultiva biomateriales producidos por microrganismos al diario La Nación.

La experimentación en textiles biofabricados incluye distintas dimensiones; la creativa, la innovadora y la ética, lo que ha llevado a preguntarse a quienes la cultivan, cuál es el límite de fabricar los biotextiles.

Pese a que este tipo de prendas aún están en sus inicios, varias compañías lo han estado implementando y adaptándolo para disminuir los riesgos ambientales, realizando un trabajo mancomunado entre la biología y la moda.