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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

Olga Korenevskaya, es una destacada influencer, que decidió hacer su intercambio estudiantil en Chile en 2017, luego de seis meses viviendo en el país, decidió quedarse. Originaria de Ozersk, una ciudad rusa vigilada las 24 horas, Olga se sorprendió con la sociedad chilena y la calidez de la gente. En conversación con BBCL, destaca la salud pública rusa y su cobertura preventiva, mencionando los beneficios del sistema de salud en su país.

Por una casualidad de la vida, Olga Korenevskaya, prefirió hacer su intercambio estudiantil en Chile. Era el año 2017 y la nacida en Ozersk, una ciudad rusa que dio origen al programa de armas nucleares de la extinta Unión Soviética, no sabía que iba a elegir nuestro país como un nuevo destino para vivir.

Olga, u Ole, como la apodan cariñosamente, tiene 28 años, y es cofundadora de Tus Deudas, una empresa que soluciona problemas de sobreendeudamiento y ,además, es una destacada influencer con miles de seguidores en redes sociales.

Pero hoy, “Ole” se considera una chilena más, al mencionar las bondades que tiene nuestro país, afirma en la siguiente entrevista con BBCL, que el clima y la calidad de vida, hacen a Chile una buena opción para los extranjeros.

Una rusa en Chile

Con relación a su vida en Rusia, Olga comenta a nuestro sitio web, que ella nació en Ozersk, un asentamiento que permanece vigilado las 24 horas del día, y que permanentemente tiene sus puertas vigiladas.

“Es una ciudad muy chica y cerrada, porque hay una planta de energía nuclear bastante cerca de Ozersk”, comenta al principio de la entrevista. “Nadie puede entrar a la ciudad sin haberse registrado antes. Además del carnet de identidad, debes tener adicionalmente un papel para ingresar”, agrega Korenevskaya, que a los 14 años, empezó a practicar natación con aletas. Sin embargo, después de algunos años practicando la disciplina, la dejó para iniciar sus estudios universitarios.

En ese sentido, Olga llegó a Chile el 2017, después de descartar a varios países. Según cuenta, tenía tres opciones para irse de intercambio: “Primero era España, porque en la universidad estudiaba español, pero había ido muchas veces, ya que estaba a cuatro horas en avión. Otra opción era México, ahí estaba una amiga y yo dije ‘chuta, qué fome sería repetirse’.

Entonces, la opción lógica, era Chile: “Me acuerdo de que pensé, qué interesante, no sé nada sobre el país. Realmente no sabía nada, ni dónde estaba, ni sobre su cultura, para mí, fue una sorpresa de la vida, por así decirlo”, expresa a BioBioChile.

Una vez que llegó a territorio nacional para estudiar negocio internacional, la rusa se dio cuenta que el invierno en Chile, se vive de otra manera. “Siento que pasó más frío acá que en Rusia, porque los chilenos no están tan preparados para pasar el frío”.

“Nosotros, tenemos calefacción central en todas las casas en invierno y otoño. Entonces, uno no pasa frío. Por eso, andamos con short y polera dentro de las casas”, indica.

Sorpresas en Chile

En 2017, al llegar para el intercambio de seis meses, Olga recuerda que le tomó un tiempo adaptarse al español que se habla en el país. “Me costó bastante tiempo acostumbrarme al español de Chile”, confiesa.

“Yo llevaba 3 años aprendiendo español. Y la primera pregunta que me hicieron en la PDI no la entendí. Pensé que sabía lo suficiente para sobrevivir, pero no entendí nada y me dije: ‘Uy, hasta aquí llego"”, confiesa entre risas.

Mientras tanto, otra de las situaciones que vivió con sorpresa, se relaciona con las interacciones sociales. “En Rusia no somos tan sociables. Por ejemplo, aquí la gente me encontraba un poco pesada, porque en el ascensor no saludaba a la gente, porque habitualmente en Rusia, no saludas a la gente que no conoces”, explica a la presente redacción.

“Y yo decía: ¿Por qué tengo que saludar a esta persona si es la primera vez que la veo?”, complementa Olga. “Si vas en metro y le sonríes a otra persona, lo más probable es que un ruso te mire feo”, argumenta.

“Entendí que aquí la gente es mucho más abierta a saludar y a la conversación. También me pasó que una vez tomé un bus y se me acercó una abuelita y me empezó a hablar y eso no pasa en Rusia, es muy raro que alguien te hable”, asegura Olga. Al respecto, lo ejemplifica con la siguiente escena: “Cuando fui a la feria por primera vez, la señora que me atendía me decía: ‘mi amor, ¿qué te sirvo?’. Esa forma de hablar en Rusia no existe, jamás alguien te dirá: ‘mi amor, mi niña"”.

“Yo encuentro que somos personas mucho más cerradas, o sea, no tan cálidas como los chilenos, yo encuentro que los chilenos tienen la medida perfecta, porque si nos pasamos un poquito a otros países, como Colombia o Brasil, ellos son demasiado cálidos para los rusos, en cambio, los chilenos son perfectos, porque no son demasiado cálidos y tampoco tan fríos como los rusos”, ejemplifica. “A un ruso hay que ganarle la confianza, como no entrar tan directo, sino que respetar la distancia y respetar sus límites. Pero una vez que entras en el círculo de amigos, somos muy abiertos. Al final, pasas a ser parte de la familia”, detalla a la Radio.

La salud pública en Rusia: la joya del país

“Si bien también en Rusia hay, por ejemplo, salud privada, en general puedes acceder a todo de manera gratuita y en un nivel realmente bueno. De hecho, a veces hay gente que elige, ir a un hospital gratuito, porque los doctores tienen más experiencia y son más capos, que ir a una clínica privada”, puntualiza Olga a BBCL.

Según ella, su madre tuvo que ser operada de apendicitis en el servicio de urgencia cercano a su casa. “No estaba en cuestión si había que llevarla al hospital o a la clínica”, expresa.

La gran diferencia con nuestro país, recalca Olga, es que en Rusia la política de salud tiene una amplia cobertura a la salud preventiva, es decir, es bastante habitual que desde muy niños, los rusos sean derivados a los centros médicos para que sean sometidos a una serie de chequeos, lo que conlleva una batería de exámenes de sangre, de orina, revisión del corazón, etc. “Se trata de un chequeo completo”, reconoce.

“Gracias a esta prevención, también a mi mamá le captaron cáncer de estómago en un estado muy básico”, subraya Ole. “Salvamos la vida de mi mamá, gracias a esos chequeos anuales gratuitos”, resume.

“Lo que sí hay una gran diferencia entre Chile y Rusia en términos de maternidad, porque las mujeres rusas tienen 3 años de postnatal, donde ellas no tienen que trabajar durante ese tiempo. Son 3 años legales que puedes tomar para cuidar a tu hijo”. De igual modo, Olga cree que eventualmente el tener más hijos, dificultaría el reingreso al mercado laboral de las rusas.

Por otra parte, Olga Korenevskaya, es categórica en mencionar lo que más le gusta de Chile: su geografía. “Son muy bendecidos por su condición de país que tiene montañas y playas, encuentro que eso no se repite en otros países. Incluso, yo siento que la gente no lo valora tanto”, cierra.