El 15 de abril de 1912, el Titanic se hundió en el mar Atlántico, tras chocar con un iceberg. 1.500 personas murieron en la tragedia que impactó al mundo.

Una de las sobrevivientes, fue Millvina Dean, la niña más pequeña que embarcó en el puerto de Southampton, en Inglaterra.

“De las 2.208 personas que íbamos a bordo del ‘barco de los sueños’, yo era la más joven”, expresó Dean en su última entrevista con National Geographic.

El sueño de su familia

La mujer nació 38 días antes de que su familia se embarcara en el Titanic, con rumbo a Kansas, Estados Unidos. “Íbamos mis padres, Bertrán Frank Dean y Georgette Eva Light, y mi hermano Bertran”, recordó.

El sueño de su progenitor, era instalar una tienda de tabaco en América. “Ahorró durante toda su vida para poder comprar los billetes del barco y abrir un local allí”, expresó.

“Trabajó muy duro durante toda su vida, pero lo hacía con ilusión, quería cumplir un sueño“, destacó Dean, quien junto a su familia viajaban en tercera clase.

“Era el barco más grande, más seguro, confortable y rápido del mundo. Sin duda creían que era un honor ocupar un camarote, aunque fuese de tercera clase, en el ‘barco de los sueños"”, admitió la mujer.

De este modo, Dean afirmó que todos los pasajeros soñaban con comenzar una nueva vida en América. “Algunos pudieron cumplir su ilusión; otros, como nosotros, no“, lamentó.

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Viajando en tercera clase

A pesar de no tener recuerdos del viaje, ella siempre dijo que debería haber crecido en Estados Unidos. “Si no hubiera sido por el hundimiento del barco, sería americana”, expresó a BBC.

“Mi madre nunca quiso contarme nada acerca de sus experiencias en el Titanic hasta que yo cumplí 8 años“, dijo a Nat Geo. “En ese momento, cuando me anunciaba que pensaba casarse de nuevo, comenzó a relatarme lo sucedido”, precisó.

Era como si en el mismo puerto, hubiesen construido una fortaleza. El Titanic era enorme, en altura y longitud. Era tan grande que la mayoría de las personas que íbamos a bordo no éramos capaces de verlo en su totalidad“, añadió.

A pesar de que viajaban en tercera clase, afirmó que las instalaciones eran estupendas. “Mi madre describía los camarotes como un poco estrechos, pero muy acogedores”, recordó. Asimismo, comentó que el único inconveniente, era que no había agua potable y la que contenía el depósito del lavamanos, no era suficiente para los adultos y los dos niños.

“Mi madre recordaba no haber comido nunca tanto, ni tan exquisito hasta ese entonces. Naturalmente no eran los refinados menús del comedor de lujo de primera clase, pero dudo que, la mayor parte de las personas que viajábamos en tercera, nos alimentáramos mejor en nuestras casas“, reconoció.

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Durante de la tragedia

La madre de Dean, Georgetta, y el hermano de dos años, Bert, también sobrevivieron, pero su padre falleció cuando el barco se hundió en medio del Atlántico.

Según los recuerdos de su madre, Dean señala que ella y su familia nunca se enteraron del choque del Titanic con el iceberg. “Estábamos los cuatro dormidos y nos despertaron los gritos de la gente en el pasillo”, relató.

Salió primero mi padre para ver qué pasaba; enseguida regresó y nos tomó a los tres para llevarnos a cubierta. En esos momentos ya todo el mundo se imaginaba que algo muy grave estaba pasando”, reconoció.

Asimismo, Dean descartó la idea de que los tripulantes de tercera clase se encontraron con las rejas cerradas durante la evacuación, como se muestra en la película de James Cameron.

“Ningún sobreviviente del Titanic corrobora esa versión de los hechos (…) Nuestra familia no encontró ningún problema para subir desde los camarotes de tercera clase a la cubierta de los botes salvavidas”, afirmó.

No obstante, afirmó que el idioma provocó que muchos pasajeros perdieran la vida. “En tercera clase viajaban turcos, italianos, franceses, incluso chinos, que no conocían el inglés, ni sabían leerlo. Eso hizo que no entendieran las órdenes de la tripulación, ni los letreros de salidas de emergencia. Fue un caos“, puntualizó.

Mujeres y niños primero

La mujer recuerda que su madre siempre bromeaba diciendo que su belleza le abrió el paso para llegar a los botes salvavidas. Además cargaba a Dean en sus brazos y llevaba a su hermano de la mano.

Sin embargo, su padre cedió su puesto para que lo ocuparan las mujeres y niños. “Murió como un valiente, como la gran mayoría de las personas que perdieron la vida en el Titanic. Siempre nos hemos sentido muy orgullosos de él“, expresó.

En este contexto, señaló que los sobrevivientes mantuvieron la calma tras escapar del hundimiento. “Las personas que estábamos en los botes salvavidas habíamos perdido, casi todas, a algún miembro de la familia (…) La gente estaba agotada, rendida, sin apenas ganas de vivir, sin ilusión. No había lugar para el pánico”, admitió.

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La vida después de la tragedia

Después de la tragedia, la familia regresó a Southampton, donde Dean pasó gran parte de su vida. Allí fueron recibidos por periodistas y fotógrafos que querían tener el testimonio de la madre de la tripulante más pequeña del barco.

Dean estudió en el Greggs School y posteriormente le ofrecieron trabajar para el Gobierno británico dibujando mapas. “Más tarde presté mis servicios en una empresa de ingeniería hasta que me jubilé”, relató.

“En el año 1996 visité Irlanda del Norte y estuve en Belfast. Fue una visita muy emocionante. Incluso llegue a hablar con algunos familiares de personas que trabajaron en la construcción del Titanic“, añadió.

Durante los últimos años de su vida, la mujer comenzó a luchar con deudas de £ 3,000 (cerca de tres millones de pesos chilenos en esa época) en su hogar de cuidados, e incluso estuvo en riesgo de perder su habitación en 2007.

Por este motivo, comenzó a vender algunos de sus recuerdos relacionados con el Titanic para recaudar fondos, entre los que se encontraba una bolsa de lona que utilizaron para su rescate.

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Se negó a ver la película

Según el corresponsal de BBC South, Paul Clifton, Dean se negó a ver la película de James Cameron de 1998, por temor a que fuera demasiado chocante para ella.

No obstante, los protagonistas de la cinta, Kate Winslet y Leonardo DiCaprio, junto con el director, apoyaron a la mujer, donando al “Fondo Millvina”, creado por sus amigos.

Dean falleció el 31 de mayo de 2009 a la edad de 97 años, a causa de una neumonía. Sus cenizas fueron arrojadas al mar en el muelle de Southampton, desde donde zarpó el Titanic, tal y como ella lo había pedido.