Llegar a esta etapa de un inclemente 2020 nos ha permitido, entre otras cosas, reconocer que hubo personas que ignoraron al sentido común, tanto como a las normas sanitarias derivadas de la pandemia.

No es cuestión de educación, cultura, edad o geografía.

Los ejemplos que a continuación ponemos, son tan variados como los acentos de quienes han protagonizado un titular noticioso, en cualquiera de los continentes donde tuvo lugar una celebración o megafiesta prohibida.

No debe interpretarse como una oda a la mala convivencia. Es un mero recuento de lo que también están hechas las sociedades, no importa donde ocurran las fiestas clandestinas.

Cuando crees que la policía es tu Uber

Guayaquil, según han reportado semanas atrás los medios ecuatorianos, es una de las ciudades que más registran fiestas clandestinas en el país, pese a las normativas sanitarias para frenar la mortalidad por el coronavirus. A la fecha, se contabilizan más de 11 mil decesos.

El periódico El Universo informó que para el primer semestre de este año, las autoridades habían descubierto 333 fiestas en esta ciudad portuaria de Ecuador, la segunda más importante de ese territorio sudamericano.

Es una clara afrenta a la sanidad pública pero también al sentido común, como hacíamos énfasis al inicio de esta nota.

Resulta que la policía local no solo ha tenido que lidiar con las inspecciones, tras las denuncias, ya que los fiesteros, una vez terminan la rumba, se han atrevido a llamar a las comisarías, como quien solicita un Uber.

“Bajo efectos del alcohol hacen mal uso del 911 y solicitan transporte para ir a sus viviendas y segundo, las personas en estado etílico se quedan dormidas en la vía pública y esto genera crisis de pánico y estrés colectivo en los ciudadanos, quienes llaman porque creen que son casos positivos de COVID-19”, consigna el medio de comunicación, tras las declaraciones del encargado del sistema de emergencia, identificado como Juan Zapata.

La criticada megafiesta de “famosos” en Medellín

Mientras los hospitales no daban abasto en Medellín, Colombia, en agosto pasado, algunas viviendas lucían también abarrotadas pero de visitantes dispuestos a pasarla bien, pese a la pandemia.

Un grupo de reconocidos artistas, DJs e influencers, decidieron juntarse para hacer una fiesta de blanco, mientras afuera otros vestían de negro a causa del luto dejado por el virus: 26.844 fallecidos, en todo el territorio, al cierre de esta nota.

Los ciudadanos, que en algunas ocasiones los alaban en redes sociales, fueron los encargados de denunciar su falta de conciencia.

Entre las protagonistas de esta fiesta, figuró una DJ que se había recuperado de la covid, pero que a juzgar por su impetuosa presencia, no lo recordaba.

Los 400 de la megafiesta de Maipú y los 100 del mega asado

Chile no podía quedarse atrás de este desafortunado conteo.

En mayo pasado, millones permanecían encerrados, evitando el virus y la sanción, pese a las carencias que trajo consigo seguir la norma.

Sin embargo, otros no se mostraban dispuestos a sufrir por nada.

En un galpón de Camino a Rinconada, en la comuna de Maipú, Carabineros descubrió una megafiesta con 400 asistentes.

La noticia hizo eco de inmediato en una sociedad que aún no salía del asombro por las miles de muertes que dejó el virus en territorio chileno.

La osadía del organizador del evento asombró también debido a sus características, ya que el sujeto, identificado como J.P.S.C., recibió arresto domiciliar por la concurrida fiesta y para agravar los hechos, sin ninguna medida de protección para los asistentes.

Pero, horas después, cuando las autoridades verificaban si estaba cumpliendo la medida cautelar, este simplemente había salido de su domicilio. Más tarde fue ubicado y aprehendido por su conducta.

No fue el único que destacó en ese extraño ecosistema de la rebeldía.

En Peñalolén, a finales del mes pasado, un mega asado en el condominio El Sauzal, en el que participaban 100 personas, volvió a poner el dedo en la llaga social luego de la denuncia de vecinos cercanos al lugar.

Carabineros se hizo presente al sector pero no pudo hace nada, ya que no fueron “invitados” a pasar para intervenir. Entre insultos y el olor a asado, se retiró del lugar sin poder hacer nada al respecto.

Argentina y la megafiesta de un exfuncionario público

Se dedicó a celebrar el día del padre, en junio pasado, aún y cuando muchos no pudieron abrazar a su progenitor, para protegerlo o por las consecuencias de la pandemia.

Identificado como Adolfo Marinaro Rodó, este exfuncionario de una dependencia del Ministerio de Trabajo argentino, en Rosario de la Frontera, fue acusado de violar las normas sanitarias al organizar una megafiesta en la que estuvo presente un centenar de personas sin las mínimas medidas de protección.

En un operativo rutinario, la policía local detectó una larga fila de vehículos estacionados en la ruta provincial 25, de la referida localidad. Al acercarse, la música estridente los llevó directo a los hechores quienes fueron sancionados, generando indignación en la vecina nación debido a que ni los cercanos al servicio público escaparon de dar el mal ejemplo en tiempos de resguardo.

“Pool party” en EEUU

Algunos estadounidenses también se las han ingeniado durante este 2020 para hacer lo que no se debe, en tiempos difíciles para la salud pública mundial.

Prueba de esto es que en Missouri, una megafiesta en una piscina con cientos de personas fue parte de los titulares de cadenas como ABC News, reportando el descriterio de los que se reunían como si la pandemia no estuviera haciendo de las suyas aún en ese estado donde ya se reportaban más de 12 mil contagios y cerca de 700 muertes.

A la fecha, Estados Unidos es uno de los países más afectados por el virus, que incluso alcanzó recientemente al presidente Donald Trump y a la primera dama, Melania Trump.

El número de muertes en ese territorio norteamericano ya sobrepasó las 211.000, según el conteo de la Universidad de Medicina Johns Hopkins.

Wuhan: de expandir el virus a organizar megafiestas

Es una noticia difícil de concebir, no importa cuando la leas y también tuvo como escenario una piscina.

Ocurrió en agosto pasado en Wuhan, la ciudad de origen de la pandemia y en momentos en que países como España ya comenzaban a sentir el golpe de una segunda oleada del coronavirus.

Medios internacionales como la agencia de noticias France Presse, difundieron las imágenes de una megafiesta, la cual contó con los permisos necesarios de las autoridades para llevarse a cabo.

Los flotadores reemplazaron a las mascarillas, así como el ánimo de la fiesta, al miedo.

Cientos de personas se agolparon para saltar al ritmo de la música electrónica, en una estampa muy distinta a la de meses atrás, cuando todos usaban mascarillas y respetaban el distanciamiento social, golpeados por un virus que dejaba en su país 4.739 personas muertas, cabe destacar, según los reportes del gobierno de la nación asiática.