Nadie dijo que sería fácil estar encerrado y, sobre todo, educar a las futuras generaciones a través de una fría y distante pantalla de computador. Una, con tanta dualidad para ser herramienta y, a la vez, una adversaria del aprendizaje.

Sin embargo, no suele ser el único obstáculo para los educadores a la hora de tratar de impartir conocimientos “online”.

Algunos padres, sin darse cuenta y, muy seguramente sin proponérselo, se interponen lo suficiente para hacer más cuesta arriba la tarea.

BioBioChile conversó con tres profesoras tanto del sistema público como privado del país y nos revelaron 5 errores que resienten de los apoderados durante las clases online, incluso cuando la sesión ha finalizado.

Para muchos educadores, en ese momento a penas empieza el dilema.

1) Interrumpen las clases “A garabato limpio”

Una de las educadoras consultadas trabaja en un liceo municipal. Su jornada, como la de sus alumnos, parte muy temprano por la mañana. Sin embargo, para un desajuste gramatical “en vivo”, no hay horarios. Al menos así le han dejado saber algunos apoderados.

“Una de las cosas que más se resiente de los apoderados, es cuando se ponen a gritar a garabato limpio o a retar al hermano chico (del alumno). Entonces, los chicos tienden a apagar el micrófono y la cámara”.

Lo anterior, es un efecto directo de la vergüenza que el estudiante siente, ante el incómodo momento verbal y auditivo.

Sin embargo, lo lleva más allá, al suspender abruptamente el hilo conductor de su aprendizaje de ese día, debido a la buena costumbre que ha sido rota (literal) en ese momento.

No se trata de una situación que tenga que ver exclusivamente con padres de alumnos de establecimientos públicos.

Una docente de un colegio privado en la octava región, también ha pasado por una situación similar cuando la cámara está encendida y a través del micrófono, se escucha de más.

“De repente, algún alumno ha encendido el micrófono después de llamarlo a dar una respuesta y se escuchan garabatos de los padres como: ‘Te estoy diciendo hueón‘ y otros que no se pueden repetir. Se avergüenzan y se salen de golpe. Y como los otros niños se quedan sorprendidos, comentando, tenemos que decirles ‘chiquillos, no importa. No pasa nada. Ya,
sigamos"”.

Noticias Naciones Unidas

Su colega en el sistema público cree que hay solución activando el GPS del sentido común:

“Que los apoderados le brinden a los chicos un espacio de privacidad, de un poco más de silencio. En pocas palabras: que se ubiquen un poquito cuando los chicos están en clase”.

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Hay alumnos que me han escrito después un correo para disculparse por el mal rato que los ha hecho pasar alguno de sus padres, por los garabatos y sólo hay que animarlos a seguir
- Profesora en colegio privado de la 8va región

2) Les hacen los ejercicios o la tarea a los hijos

Todo buen docente conoce las habilidades y fortalezas de sus alumnos. Hablando de debilidad, algunos padres han mostrado la suya porque sus hijos no fallen. Lo anterior, sin que importe el hecho de elaborarles una actividad que les corresponde a ellos, en pro de su aprendizaje.

“Hay alumnos que escriben mal y de repente unas respuestas maravillosas. Se nota que las mamás les hacen las tareas y descaradamente mienten porque, por poner otro ejemplo, de repente un alumno tiene que entregar una actividad que incluye cortar y pegar imágenes de internet y se frustran porque no les resulta. Te dicen:’No puedo, profe. No me resulta’. De repente, se desconectan, lo cual es comprensible cuando se corta la luz u otro problema. Pero, minutos después, se conectan con la tarea y bueno… Las imágenes que no podían hacer, hasta con marco decorativo y todo. No, pues. No se trata de hacerles las actividades”.

Infobae

3) Insultos por correo electrónico

Una de las entrevistadas comentó lo difícil que se vuelve el reclamo, vía correo electrónico, cuando algunos apoderados reprochan que se les pida a sus hijos cumplir con los plazos de las tareas, aduciendo que la coyuntura es complicada, por razones obvias.

“No me parece correcto que presiones a mi hijo, ni le fijes plazos de entrega. ¿No ves que está estresado? Eres una desconsiderada”.

Son parte de alguna de las frases que la educadora ha tenido que sortear al abrir su bandeja de entrada, pero con el convencimiento de que se trata de una reacción hasta cierto punto normal, debido a la ansiedad que se vive en un sin número de hogares chilenos.

Sin embargo, también han recibido hasta amenazas de apoderados que la han insultado por no responder, tras previos improperios. Como tratando de generar una conversación que en otras circunstancias terminaría muy mal.

“Cuando esto sucede, no nos queda más que derivar lo que ocurre a instancias superiores de nuestro establecimiento y enfocarnos en el aprendizaje del alumno, que es a quien nos debemos”, comenta con cierto tono de autoconvencimiento.

caracteristicas.co

4) “Nos eliminan de WhatsApp”

La vulnerabilidad educativa es tan invisible al resto, casi como el coronavirus.

En Talcahuano, una maestra resiente que sus alumnos no tengan el privilegio de otros: un computador con internet, y otros insumos básicos como una impresora para poder documentar su aprendizaje.

Son cosas que suelen pasar en países de renta media, cuyas sociedades están a merced de las políticas públicas que no tienen el alcance esperado. No obstante, cualquier recurso se vuelve valioso, en este caso, las redes sociales. Pero, incluso en estas, aparece la mano de algunos apoderados complicando los planes.

“Hay muchos padres que, como no entienden que WhatsApp es una herramienta de redes sociales y una herramienta de comunicación rápida, confunden lo que pueden hacer y lo que no pueden hacer. Nos ha tocado que hay papás que en vez de apoyar el proceso, nos eliminan de WhatsApp y no siguen el aprendizaje. Así que, el niño es el que pierde”.

Wired.com

Se trata del relato de una maestra que ve en su único canal de comunicación con el alumno (junto con Facebook), un obstáculo enorme, al no contar con las herramientas para manejar clases en línea de forma sincrónica.

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“Así que lo hacemos de manera asincrónica, a través de redes sociales liberadas. Es decir, WhatsApp y Facebook. Lo que hacemos es mandarles cápsulas y los niños pueden seguirlas. Después, le mandan una foto a los profesores de acuerdo a la evidencia y con eso podemos evaluar el aprendizaje”.
- Profesora de liceo en vulnerabilidad

5) Justificar ausencias por motivos literalmente vagos

“’Oh, mi hijo se quedó chateando hasta las 5:30 de la mañana. Lo voy a dejar dormir hasta las 2:00 de la tarde’ y, como resultado, el chico no se conecta”, relata con tono de enojo, otra docente.

Son parte de los errores que cometen algunos de los apoderados, interfiriendo directamente en el aprendizaje de sus hijos.

Cuando un caso en particular es detectado, asegura que se tratan de comunicar con el apoderado en cuestión para buscar una solución conjunta pero, a veces, no hay respuestas. Tampoco en lo que concierne a no revisar los avisos del grupo de WhatsApp.

“A veces, uno le está llamado 10, 20 y hasta 30 veces al apoderado. Y este, al mes, cuando llega al liceo reclamando que nadie se ha comunicado con él, resulta que omitió el detalle de que cambió su número de celular”.

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“Exceso de permisividad. Carecen de habilidades parentales y los chicos se mandan solos. Si quieren salir, salen de la casa y hasta sin mascarillas sin que nadie les diga nada. ‘No, yo no puedo controlarlo, responden. De repente, esas cosas pueden influir en todo. No solo en lo académico”.
- Maestra en un liceo municipal

Deserción escolar: casi otra pandemia

Después de iniciado el segundo semestre de este complejo 2020, fue el gobierno el que puso en la mesa de discusión, las aproximaciones del impacto de la deserción escolar. Se trata de otro daño colateral del coronavirus.

“Las estimaciones del Ministerio de Educación son que como consecuencia de todo esto podrían incorporarse 80 mil nuevos niños y jóvenes a las tasas de deserción y eso evidentemente son números muy altos”, relataba el responsable de esta secretaría de Estado.

Se sitúa como un panorama desalentador para las futuras generaciones que se han visto limitadas a la hora de adquirir los aprendizajes, puesto que, llegó el momento de salvaguardar la salud, incluso, a costa de la educación integral, de por sí ya deficiente en los espectros chilenos más vulnerables.

El ministro Raúl Figueroa, reconocía en julio pasado como responsables de esta situación a “factores propios del sistema educativo”. Vale recordar en este último punto, lo que la profesora en Talcahuano relató a BioBioChile, lamentando no contar desde el sistema público con una plataforma sólida para hacer clases online y por ende recurrir a Facebook o WhatsApp.

Sin embargo, el funcionario se refirió, además, a otros aspectos como el incremento en “la cesantía y el encierro”.

Lo primero, es un impedimento socioeconómico para los padres y su constante esfuerzo por mantener a sus hijos en el sistema educativo. Lo otro, puede relacionarse a los trastornos derivados de una prolongada cuarentena, realizada obligatoriamente o por convicción social.

No obstante, según el relato de las docentes antes citadas en esta nota, también podría asociarse a otros factores de tipo cultural y educativo en las familias, donde hay apoderados sirviendo más de obstáculo que de ayuda en la formación de los alumnos.

“Cuando nosotros logramos hacer videollamada, que sólo logramos hacer a través de WhatsApp, los papás ni siquiera tienen un ambiente propicio para realizar las clases. Papás o alumnos que ponen el celular y todos están acostados, que no se levantan para estar en clases y tiene que ver con hábitos. Así como uno todos los días se lavan los dientes, el aprendizaje debe ser un hábito sistemático. Es relevante para el éxito posterior”, concluye una de las maestras.

Mineduc