Un hogar de ancianos de la ciudad de Kitakyushu contrató a un grupo de 70 niños para alegrar las vidas de los residentes. Las ventajas no son sólo para los mayores...

Seguro para cualquiera de nosotros suena escandaloso poner a trabajar a niños menores de 3 años de edad. Sin embargo en Japón les confiaron una tarea que sólo ellos pueden cumplir.

Se trata de un grupo de 70 bebés-trabajadores que se han convertido en una luz de esperanza para los residentes del hogar de ancianos Ichoan, en la ciudad de Kitakyushu.

Los niños asisten una vez a la semana para acompañar a los residentes, como una forma de alegrarlos en medio de lo que se ha descrito como una “epidemia” de soledad que afecta a la nación.

“Me energiza verlos. Así que realmente me ayuda”, contó Tatsuo Ojiro, de 93 años, a la cadena NBC News.

Niños trabajan llevando alegría a hogares de ancianos japoneses
NBC News

Con un tercio de la población japonesa sobre los 65 años, la falta de vínculos familiares se ha convertido en un problema tan relevante, que el gobierno nipón creó en 2021 un “ministerio de la soledad”, para tomar acciones que permitan evitar los casos de depresión y abandono.

Fue en este contexto que la directora del hogar de ancianos Ichoan, Kimie Gondo, se inspiró en la visita de su propia pequeña nieta para contratar a su “escuadrón” de bebés.

“Cuando vi que hacía sonreír a nuestros mayores, noté el poder que tienen estos infantes. Tan sólo de ver a un niño paseando entre ellos, comienzan a sonreír y a hablarle”, asegura Gondo.

Las normas del trabajo son sencillas: cumplen turnos una vez a la semana, en media jornada. Uno de sus padres los acompaña y reciben su pago en pañales y helado.

“Es curioso, porque yo no estoy trabajando, pero Rena sí”, dice Kanae Shinohara sobre su hija Rena, de 18 meses.

Rena comenzó a trabajar en el hogar desde que tenía 5 meses, cuando la llevó su madre como una forma de que ambas pudieran conocer nuevas personas tras mudarse a la ciudad de Kitakyushu.

“Aquí puede interactuar con otros niños de su edad y con abuelos y abuelas con los que le sería más difícil encontrarse”, afirma Shinohara, quien llama a los residentes “grandes maestros de la vida”.

Los únicos requisitos para participar, es que los niños sean menores de 3 años y entre menos hablen, mejor, dado que muchos de los residentes del hogar tienen dificultades para expresarse.

“Para comunicarse a ese nivel, no son necesarias las palabras”, reflexiona Gondo.

Para las personas que viven en el hogar, muchos de ellos sin familiares directos que los visiten, ver a los niños corriendo entre ellos les recuerda una época en que varias generaciones podían vivir bajo un mismo techo.

“Incluso cuando los mayores entran a este tipo de residencias, deberían poder interactuar a diario con personas de todas las edades. Eso es lo natural”, sentencia la directora.

Niño se despide de residentes de hogar de ancianos
NBC News