Quito le declaró la guerra al plástico este miércoles al lanzar su campaña “Sin sorbete por favor” (“Sin bombilla, por favor”), con la que la capital de Ecuador pretende reducir, al igual que el archipiélago de islas Galápagos, el uso de ese material.

La propuesta de la capital ecuatoriana se suma al trabajo que se realiza en las Galápagos, que en mayo pasado restringió el ingreso y consumo de pajillas, bolsas plásticas y botellas no retornables dentro de las islas, y que han sido declaradas reserva mundial de la biosfera y Patrimonio Natural de la Humanidad por su flora y fauna únicas en el mundo.

Esta campaña busca “eliminar el uso de sorbetes, fundas plásticas e implementar el servicio de comidas en vajillas reutilizables” en los restaurantes, informó el municipio de Quito en un comunicado.

Al menos 22 negocios ya han dejado de entregar a sus clientes sorbetes y empaques plásticos, y los han reemplazados por recipientes de cartón o vidrio.

En Quito, donde habitan 2,5 millones de personas, se recogen diariamente más de 1.200 toneladas de basura y se genera un promedio de 277 toneladas de desechos plásticos por día.

En 2017, la Empresa Pública Metropolitana de Aseo de Quito recolectó 2.847 toneladas de residuos reutilizables como cartón, plástico, papel y metal.

La idea es que los quiteños sean los “primeros en rechazar los artículos de plástico”, declaró el alcalde de Quito, Mauricio Rodas, según el comunicado.

En su lucha por desterrar el plástico del archipiélago de Galápagos, el consejo de gobierno de esa provincia retiró en julio pasado 147.988 pajillas y declaró a las islas Isabela y Floreana libres del uso de sorbetes plásticos.

Países como Chile, Colombia, Panamá, Perú y Costa Rica han tomado medidas para restringir el uso de bolsas de plásticos, que son hechas en su mayoría de polietileno, un polímero derivado del petróleo que tarda al menos 500 años en degradarse.

Según la agencia del Medio Ambiente de la ONU, cada año se vierten en el océano 13 millones de toneladas de plásticos y se calcula que anualmente se consumen 5 billones de bolsas de ese material en el mundo.