El poder puede ser una droga embriagadora que incluso, se puede transformar en un problema clínico a tratar. La sensación de saber todo, siempre tener una respuesta o estar en un nivel de superioridad que está muy alejado del resto de los humanos responde a un trastorno conocido como “Síndrome de Hubris”.

Se dice que muchos políticos lo sufren, sobre todo aquellos que cruzan los límites o que se creen invencibles y ven enemigos en todas partes, aunque quienes sufren este síndrome no necesariamente están en ese “rubro”.

Pero, cuál es la realidad de este síndrome que hace que algunos se sientan los dioses del universo.

¿Qué es el Síndrome de Hubris?

Según destaca Infobae, el “hubris” o “hybris” es un concepto griego que se entiende como desmesura, que de forma más simple es perder la modestia y tener un orgullo o confianza muy exagerada en sí mismo, una cualidad que no es tan común en las personas, pero cuando ocurre, siempre se percibe.

Esta descripción es el punto de partida para tratar de entender el “Síndrome del Hubris”, de acuerdo a su nombre en inglés, y que se define como un trastorno psiquiátrico adquirido que afecta a personas que ejercen poder en cualquiera de sus formas.

Según destaca el especialista J. Gonzalez – García en “Síndrome de Hubris en neurocirugía”,este trastorno está presente en múltiples campos, desde la política, la medicina e incluso las finanzas, todos los lugares donde hay una relación en la que una de las personas tiene una posición de poder mayor.

El escritor Sergio Ramirez recuerda en el diario El País que los griegos representaban el poder como una forma de locura denominada “hubris”, añadiendo que entorpece la razón de quienes lo ejercen con desmesura y provocan a Némesis, la deidad de la venganza, que se lanza contra el demonio del hubris, enfermando a los mortales encumbrados en su vanidad y orgullo destructivo, cuando se creen “dueños de la verdad”.

Un ejemplo de ello se puede ver en la película “La locura del Rey Jorge” protagonizada por Nigel Hawthorne y Helen Mirren, donde se puede apreciar los trastornos psicológicos que puede provocar el poder en las personas.

El film, inspirado en el rey del mismo nombre, muestra al clérigo que diagnosticó al monarca indicando que “se volvió loco porque es rey, nadie le dice que no”.

Sin embargo, no sólo lo podemos ver ahí, también está presente en otros personajes de la historia como por ejemplo Hitler, que demuestra las aberraciones que se pueden cometer cuando el poder es mayor a la razón que pueden ejercer las personas.

La definición de Owen

El ex político y médico británico, David Owen acuñó el término “Síndrome de Hubris” cuando en su libro “El síndrome de hubris: Bush, Blair y la intoxicación del poder” describió a estos y otros mandatarios que, a su parecer, no son capaces de escuchar las críticas y se muestran permeables a ellas, mientras creen que están llamados a realizar grandes obras, con una tendencia a la grandiosidad, destaca J. González-García.

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El también neurólogo, retoma el término en su libro “En el poder y en la enfermedad: enfermedades de jefes de Estado y de Gobierno en los últimos cien años” donde lo destaca como “un trastorno de la personalidad que no se da sino en el medio de cultivo del poder, que lo activa y exacerba” consigna El País.

En este último libro, Owen analiza a fondo a varios jefes de estado que ejercieron el poder y cómo se comportaron mientras estuvieron en esa posición, describiendo también las enfermedades físicas que sufrieron en el periodo y detalles de su perfil psicológico.

La obra del autor fue revisada por la revista de relaciones internacionales “Foreign Affairs”, quienes señalaron “En muchos jefes de Estado, la experiencia del poder les provoca cambios psicológicos que los conducen a la grandiosidad, al narcisismo y al comportamiento irresponsable”, consignó El Comercio.

La publicación añade “Líderes que sufren de este síndrome hubris ‘político’ creen que son capaces de grandes obras, que de ellos se esperan grandes hechos, y creen saberlo todo y en todas las circunstancias, y operan más allá de los límites de la moral ordinaria… el libro de Owen debe ser leído por todos los médicos que cuidan la salud de los políticos y por los propios líderes también”.

Sin embargo, Owen no se dedica sólo a describir a quienes tuvieron poder, sino que también propone junto al psiquiatra Jonathan Davidson 14 síntomas que pueden configurar a este síndrome como un trastorno psiquiátrico.

Entre estos síntomas podemos describir algunos como la propensión narcisista a ver el mundo como un escenario donde ejercitar el poder y buscar la gloria, realizar acciones para autoglorificarse, preocupación desmedida por la imagen personal, la autoconfianza exagerada, tendencia a la omnipotencia, hablar de sí mismo en tercera persona, manifestar claramente un desprecio por los demás o la imprudencia e impulsividad.

Aunque el médico psiquiatra y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, Harry Campos Cervera, destaca respecto del síndrome que “no está dentro del manual psiquiátrico, pero eso no quiere decir que no pueda haber una patología que reúna determinadas particularidades”.

“Diostores”

Un área con profesionales propensos a vivir este síndrome se encuentra específicamente en la medicina. El estudio “Síndrome de Hubris en neurocirugía” apunta directamente a la relación entre médico – paciente, donde hay una evidente relación de poder que puede ser perjudicial para el más débil en esta interacción, es decir, el paciente.

Esto, porque según alude González-García este trastorno adquirido es desencadenado por el poder y potenciado por el éxito, lo que se podría reconocer en ciertas especialidades quirúrgicas como neurocirugía o cirugía cardíaca, entre otras.

El investigador destaca que son profesionales que dejaron de lado su vocación de ayudar o servir para aliviar, siendo esta su motivación secundaria, cuando la primaria es demostrar lo que son capaces de hacer.

“La falta de humildad y empatía en su ejercicio puede hacer que cualidades como la confianza y seguridad en uno mismo se transformen en soberbia, arrogancia y prepotencia características del médico con Síndrome de Hubris”, añade.

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A juicio de Gonzalez-García es necesario identificar precozmente estas conductas médicas para mitigar sus consecuencias. Algo que también destaca Carlos Carvajal en una carta que emitió a la Revista Médica de Chile en 2014.

Carvajal comenta en su misiva que “uno de los peligros que puede enfrentar el médico, es olvidar que entre los valores que debe mantener es dar amistad al paciente, pues en el amigo se confía: es el philia griego. Debe demostrar caridad, el agape griego, tener compasión, que es ponerse en el lugar de otro, respetándolo”, agregando que “el médico puede ser afectado por una enfermedad de la conducta, descrita por los griegos como estar atacado por la hubris”.

Asimismo, destaca que los síntomas que presentan son exceso de confianza en sí mismo, impaciencia constante, falta de atención a los detalles y creerse insustituible.

Una de las formas en las que a su juicio esta “enfermedad” finalizaría es en crisis, donde el “enfermo” se da cuenta de su estado y corrige su conducta adquiriendo algo que podríamos llamar “un baño de humildad” es decir, humildad, dignidad, respecto por sí mismo y sobre todo, por los demás.

Un ejemplo de un luchador contra el “hubris” es papa Francisco, quien no quiso vivir en los aposentos papales, rechazó vehículos de lujo e incluso, no se molestó en llevar su receta de nuevos lentes a una óptica del centro de Roma.