Nosotros, los ciudadanos del mundo, no podemos permitir que esto ocurra, porque lo que está en riesgo es mucho más que Palestina; lo que peligra es nuestra humanidad. Nuestra lucha no es para cambiar las mentes de los responsables de este horror, sino para que ellos no logren cambiar las nuestras.

En octubre de 2023, pocos días después del inicio del asedio en Gaza, el hospital Al-Ahli fue bombardeado. Cientos de civiles que ahí se refugiaban fueron asesinados.

El evento causó revuelo mundial, e Israel se apresuró a declarar que el misil no había sido lanzado por ellos, sino por la Yihad Islámica, por error.

Sin embargo, diversas investigaciones independientes han señalado que el Estado israelí fue el responsable. El bombardeo de este hospital se discutió durante una semana en la prensa.

A cinco meses del inicio del genocidio en Gaza, Israel ha bombardeado o atacado casi el 100% de los centros de salud y hospitales de la Franja, pero la cobertura mediática y el impacto mundial han sido mínimos.

A principios de marzo, el Ejército Israelí abrió fuego contra civiles que buscaban desesperadamente comida para alimentar a sus familias. 112 personas fueron asesinadas y 750 resultaron heridas.

Este acto criminal, conocido como “la masacre de la harina”, tuvo presencia mediática a nivel global y fue condenado por la mayoría de los líderes internacionales.

Desde entonces, Israel ha cometido al menos cinco masacres en Gaza bajo circunstancias casi idénticas, pero ya nadie habla de eso.

Poco a poco, el horror infligido a los palestinos deja de ser noticia. El bombardeo de hospitales, matar de hambre a niños, asesinar a padres desesperados por alimentarlos, ejecuciones colectivas frente a familiares, torturas y una enorme lista de crímenes más, se han vuelto hechos cotidianos.

El mundo está normalizando el horror

Se ha perdido la capacidad de asombro ante los terribles daños que Israel puede infligir sin consecuencias a los palestinos. Los medios y los líderes se están desensibilizando a una velocidad alarmante.

Nosotros, los ciudadanos del mundo, no podemos permitir que esto ocurra, porque lo que está en riesgo es mucho más que Palestina; lo que peligra es nuestra humanidad. Nuestra lucha no es para cambiar las mentes de los responsables de este horror, sino para que ellos no logren cambiar las nuestras.

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