Hace un par de semanas conocimos los resultados de la Encuesta Casen, que arrojó buenas noticias en materia de pobreza, registrándose incluso cifras históricas. Pero también evidenció que esto se debe solo a las ayudas estatales, lo que debe ser tomado como una señal de alerta.

El efecto de los bonos entregados desde la pandemia en adelante, como el IFE laboral, el subsidio protege, la creación de la PGU y el aumento del subsidio único familiar o el bono canasta básica, fueron clave.

Pero al hacer un doble click de las cifras, comprobamos que en el primer decil de ingresos, los que son generados por el trabajo aún no vuelven a estar como antes de la pandemia, mientras los subsidios están en niveles altos históricos.

Otro fenómeno que se observa es que mientras tanto, la clase media permanece con sus sueldos estancados y sufriendo los efectos de la inflación, sin ninguna ayuda estatal, lo que sin duda nos lleva a pensar que estamos nivelando para abajo.

El Gobierno debe tomar medidas urgentes para revertir esta situación, potenciar el empleo y la inversión, ya que no podemos seguir sustentando todo en subsidios.

Esto es lo que esperamos del pacto fiscal: Una reforma que ponga el acento en generar crecimiento, empleos e inversión, lo que contribuye directamente a disminuir la pobreza de forma sostenible.

Por otro lado, es una dura realidad que muchos de los recursos que se destinan a enfrentar la pobreza terminan contribuyendo a aumentar el empleo público o financiando programas de Gobierno que no cumplen los objetivos propuestos.

Si el Gobierno insiste en que la pieza angular de su propuesta es subir impuestos, no estamos disponibles. Pero si van a plantear medidas que de verdad favorezcan el crecimiento, el empleo y la inversión, seremos los primeros en apoyarla.

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