Según el Boletín Estadístico de Empleo del Instituto Nacional de Estadística (INE) - trimestre móvil febrero–abril 2023- , la tasa de desocupación nacional fue de 8,7%, lo que se tradujo en un ascenso de 1,0 pp. en doce meses, como resultado de la fuerza de trabajo (número de personas ocupadas más personas desocupadas).

No obstante, vale la pena preguntarse: ¿Bajo qué condiciones salen estas personas a buscar empleo? En consonancia con los postulados teóricos, la “empleabilidad” es una construcción psicosocial compleja (Fugate et. al, 2004), que implica un proceso continuo de mejora y adaptación a los nuevos escenarios sociales, políticos y económicos, contextualizados por el estadio de desarrollo de los países.

En este sentido, es preciso distinguir rigurosamente la “empleabilidad” de la “inserción laboral”, puesto que esta última sólo da cuenta, cuantitativamente y generalmente en términos porcentuales, de la obtención de un empleo/trabajo, que, si bien puede estar asociado a una determinada empleabilidad, la inserción laboral no es concluyente, ni menos explicativa de la empleabilidad.

En los países que poseen un modelo de Estado de Bienestar, como es el caso de España, la seguridad social se convierte en un referente y parámetro de valoración para diferentes dimensiones del desarrollo social. Una de ellas dice relación con la empleabilidad, por lo que, en una primera instancia, los datos asociados al empleo calificado se obtienen del alta en seguridad social de los titulados universitarios. Una base de información pública que proporciona, en extenso, información del tipo de ocupación, nivel de renta, tipo de contrato y lugar de trabajo, entre otros. Posteriormente y, de manera complementaria, son las propias instituciones de educación superior las que realizan estudios con datos primarios que obtienen directamente de sus titulados.

Como una primera aproximación hacia un análisis comparativo con el viejo continente, se puede decir, en general, que las universidades chilenas, respecto a sus pares europeas, carecen de un enfoque estratégico de la dimensión “empleabilidad” de los titulados, lo cual se denota en la estructura organizacional de las instituciones de educación superior.

En Chile, sólo se cuenta con la operacionalización e instrumentalización de la empleabilidad, a través de un “indicador de empleabilidad”, entregado por la Subsecretaría de Educación Superior, a través del portal Mifuturo.cl, (que más bien es un indicador de inserción laboral). Sin embargo, es cuestionable que dicho indicador se entregue desde el primer año de titulado, ya que se podría suponer, razonablemente que el recién titulado se emplea mayormente en actividades económicas no relacionadas directamente con su formación. En el caso de España, la medición de la inserción laboral se considera válida al tercer año de titulado en adelante, según marco estratégico para la formación y el empleo de la Unión Europea.

Parece del todo pertinente avanzar desde la empleabilidad a la valoración y medición de la productividad y de los ingresos de los titulados de instituciones de educación superior, en el contexto de alcanzar los objetivos de desarrollo económico, social y cultural del país.

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