Probablemente, todos y todas en algún momento nos hemos dado cuenta que comemos algo o cocinamos de cierta manera porque alguien de nuestra familia nos enseñó a hacerlo.

Seguramente también, muchos de nosotros y nosotras nos reunimos con nuestra familia alrededor de una comida durante algún momento de la semana, en donde conversamos, compartimos nuestro día a día e incluso discutimos respecto a diversos temas.

Así también, eventos importantes durante el año como el día de la madre, 18 de septiembre, navidad, entre otros, nos unen como familia nuevamente en torno a una comida. Y es que la alimentación es un acto social, que representa aspectos y significados culturales importantes que nacen desde la familia y que llevamos con nosotros y nosotras gran parte de nuestras vidas.

En este sentido, un estudio chileno realizado por el proyecto Fondecyt 11180370 en tres macrozonas del país (norte, centro y sur), encontró que para las familias chilenas la alimentación es amor, es emociones, es recuerdo, se transmiten sentimientos a través de los alimentos que se preparan, especialmente desde las figuras femeninas, quienes a su vez son las encargadas principales de la alimentación de las familias.

Así mismo, este mismo estudio mostró que las comidas para las familias significan unión, un momento en que los miembros de esta se reúnen, comparten y se comunican. Es debido a todo esto que la alimentación es considerada una de las rutinas más importantes entre las familias chilenas.

La familia es el lugar primario donde se aprenden los gustos, preferencias y hábitos alimentarios. En esta línea, diversos estudios chilenos han relevado el rol de las figuras femeninas dentro de las familias como aquellas que primariamente realizan estas transferencias de saberes hacia los distintos miembros de la familia. Sumado a lo anterior, la familia es aquella que nos contribuye con recursos o nos limita estos recursos para poder seguir una alimentación recomendada.

En este sentido, es difícil lograr cambiar hábitos alimentarios de un solo miembro de la familia si esta no da el apoyo necesario para que esta persona logre ese cambio. Por ejemplo, evidencia en mujeres chilena muestra que ellas saben que deberían comer más saludable, incluyendo más verduras, pero como saben que a sus parejas o hijos/as no les gustan, ellas prefieren no consumir y ni siquiera comprar.

Un rol fundamental ha sido descrito para la familia en la alimentación y salud nutricional de niños, niñas y adolescentes. Estudios han demostrado que la forma en que los y las cuidadoras alimentan a los niños/as podría influenciar el grado de sobrepeso u obesidad que los niños y niñas pueden alcanzar.

Esto se conoce como los estilos parentales de alimentación, referido al contexto social y emocional que se da alrededor de la alimentación del niño/a. Por ejemplo, se ha descrito que padres que no exigen al niño/a al momento de alimentarlo y que a su vez responden solo a los deseos o intereses de este/a lleva a que tengan mayor peso corporal y peores hábitos alimentarios, mientras que quienes demandan más a los niños/as presentan mejor peso corporal y hábitos más saludables de alimentación.

De la misma forma, el realizar más comidas en familias también se ha visto como un factor que protege contra la obesidad y los hábitos alimentarios no saludables, no sólo en niños/as sino también en adolescentes, en quienes además se ha descrito un factor protector para trastornos de la conducta alimentaria.

Lo anterior son algunos ejemplos que fundamentan la importancia que tiene la familia al promocionar hábitos de alimentación saludable. En esta línea, la OMS releva a la familia como un lugar primordial para realizar estrategias para mejorar la salud de la población. Sin embargo, aún en el país estamos lejos del trabajo con las familias como un todo, a pesar de tener un modelo de atención de salud en donde se debiese relevar el espacio familiar y comunitario.

Las razones son varias; escases de recursos, no contar con intervenciones validadas en el país que muestren ser eficientes y eficaces, falta de capacitación para el trabajo de grupos familiares más que individuos separados, entre otras. Pero dado que nuestra población sigue estando afectada por problemas de salud relacionadas con la alimentación como la obesidad, y parecen no retroceder, es que se hace necesario cambiar el cómo estamos trabajando los problemas alimentarios nutricionales en pro de la salud de la población.

Por ende, se requiere más investigación de como poder trabajar con las familias, así como políticas que refuercen el sistema de atención, en especial la atención primaria para poder realizar un trabajo integral con cada una de las familias que se atienden en este nivel de atención, donde la promoción de la salud y prevención de la enfermedad son ejes fundamentales.

Lee también...
Nuestra sección de OPINIÓN es un espacio abierto, por lo que el contenido vertido en esta columna es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial de BioBioChile