Chile, año 2050… El país trabaja de manera acelerada para ser la sede de la COP55. Ante ese escenario, analistas y expertos del sector energético hacen sus balances y proyecciones. Términos como estrechez o racionamiento son parte del pasado y las personas circulan en piloto automático en vehículos eléctricos luego de haberlos cargado durante un rato en la noche, tal como se hacía con un celular hace 30 o 40 años. El mundo y Chile han cambiado en décadas recientes, podemos decir con orgullo que se logró la transición energética y que la carbono neutralidad es la norma en las empresas energéticas que operan en el país. ¿Cómo logramos esta meta?

Tras un grave colapso energético provocado por efectos geopolíticos, malas decisiones pasadas y el cambio climático, con una sequía extrema cada vez más extendida hacia el sur del país y que incluyó prolongados episodios de racionamiento eléctrico, de una vez por todas se asumió el liderazgo necesario para llevar adelante una visión estratégica de largo plazo, que incluyó en sus pilares la innovación como un medio, la gestión de riesgo y los incentivos necesarios para que las cosas sucedieran y se condujeran por el camino correcto.

No fue nada fácil y se hizo posible gracias al compromiso tanto público como privado que permitió llegar, a este 2050, con la meta cumplida de 100% energías cero emisiones en generación eléctrica.

Durante décadas recientes, se pudo observar cómo la gestión de la demanda se convirtió en un pilar fundamental para hacer partícipe a la ciudadanía en el consumo consciente de la energía eléctrica. El país fue testigo de la implementación masiva de medidores inteligentes, a través de los cuales se gestiona el consumo dando preferencia a las horas de bajo costo y priorizando artículos eficientes en términos energéticos. Sabemos que lo que no se mide, no se controla y gracias a las aplicaciones que permitió la tecnología de comunicaciones 8G en la vida cotidiana, esto se hizo de manera efectiva. Para esto solo basta con acceder a un simple dispositivo y verificar el desempeño de los servicios de energía que se tienen contratados y configurarlos a las necesidades del cliente.

Ha sido sorprendente que a nivel de las empresas e industrias, el impacto haya sido aún mayor. Se impulsaron con éxito las unidades de almacenamiento de energía y a nivel de la generación distribuida, nos enorgullece que Chile dentro de Latinoamérica sea un líder en su implementación, logrando que sus excedentes de potencia se inyecten al sistema a través de una red de distribución moderna, flexible y eficiente. Para ello, los estudios tarifarios en distribución valorizaron efectivamente los beneficios sistémicos de la generación distribuida en el dimensionamiento de redes, se otorgaron las señales de mercado apropiadas para la operación de servicios de almacenamiento, se eliminaron las malas prácticas que determinan barreras de entrada y brilló la libre competencia con el consecuente ahorro para los clientes del servicio de energía.

Del mismo modo, gracias al almacenamiento y flexibilización en la operación del sistema se logró poner término a los inconcebibles vertimientos de energía renovable que durante años no hicieron más que avergonzarnos por el derroche y evidenciar la fragilidad operacional del sistema. De esa forma, baterías, bombeo hidráulico, hidrógeno renovable y aire comprimido, entre otras tecnologías, han permitido almacenar más de 13 mil MW en el Sistema Eléctrico Nacional.

Logramos un nivel de desarrollo del hidrógeno renovable y sus derivados que convirtió a Chile en un exportador de energía renovable, luego que la tecnología permitiera almacenarlo y transportarlo de manera eficiente, sin las pérdidas que se presentaban cuando su industria era incipiente. Y gracias al amoniaco renovable, uno de sus derivados, el país ha contribuido de manera significativa a paliar con este fertilizante la crisis alimentaria que golpeó al planeta durante oscuros años.

Chile se ha convertido en un referente en seguridad e independencia energética, ya no usa combustibles fósiles y los precios de la energía se han estabilizado a la baja. La electrificación renovable de la industria pesada, el transporte y la calefacción ha sido un éxito rotundo.

Chile a la vanguardia, contribuyendo a lo que se ha llamado el “enfriamiento global” del planeta en el 2050. Dicen que soñar no cuesta nada y podemos lograrlo. A nivel de industria contamos con los profesionales para ello, capacitados y preparados para solucionar con innovación y tecnología las actuales dificultades y dolores del sector energía. Debemos dar el gran salto, dejar las ataduras del siglo XX. Para ello requerimos visión y liderazgo. Es tiempo de salir del letargo e ir a la acción. Ahora, antes de que sea demasiado tarde.

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