Esta frase fue creada para la campaña de Bill Clinton en 1992, con la finalidad de enfocar el discurso sobre cuestiones más relacionadas con la vida cotidiana de los ciudadanos y sus necesidades más inmediatas.

Encuesta tras encuesta, los ciudadanos le recuerdan al Presidente Boric que las principales preocupaciones para ellos son dos: La seguridad y la economía (inflación).

El alza de los productos de la canasta básica está golpeando tan fuerte a las familias que las personas están teniendo que hacer elecciones entre alimentos, porque sus ingresos no les están alcanzando. Ejemplo de esto es el precio del jurel, que antes costaba $800 y ahora está cercano a los $2000. Este no es cualquiera, sino que es uno de esos denominados “salvadores” de comidas.

Hoy, la inflación es un 13,7%, lo más alto en 30 años. El precio de los alimentos ha aumentado en un 22%. Sin embargo, los sueldos y pensiones de las personas lo han hecho muy por debajo de eso. Con una inflación no controlada y sin crecimiento, la inflación siempre le ganará a los reajustes de sueldos.

El crecimiento económico de Chile en los tan vilipendiados 30 años, redujo la pobreza de un 40% a 8,5%. Eso, en términos concretos, permitió que la mayoría de la población pudiera acceder a tener tres comidas diarias, mejorar la nutrición de los niños, y por ende, que estos contaran con las calorías suficientes para poder estudiar.

El tener una economía sana permite dar dignidad a las personas para tener alimentación, acceder a un techo que le brinde seguridad, así como a distintos bienes y servicios que permiten mejorar su calidad de vida. Está claro que no todo era maravilloso el año 2019 en octubre, pero lo que ha venido ha sido un retroceso reflejado en una sola cifra, el aumento en 500.000 personas nuevas en situación de pobreza.

Las cifras económicas no son nada alentadoras para lo que viene. El estudio de la Universidad Adolfo Ibáñez señala que el índice de confianza empresarial llega a 38,96 puntos, el crecimiento económico proyectado por el Banco Mundial para el próximo año es por lo bajo de -1,5%. Otros estudios pronostican una caída de un 2%.

En cuanto a percepciones, 6 de cada 10 trabajadores se sienten inquietos y pesimistas de su futuro laboral. Según la encuesta Cadem, un 71% de las personas cree que el país va por un mal camino, un 92% que Chile está estancado, un 58% que el futuro del país es malo, 74% que la expectativa de consumo es mala.

La profundidad de la crisis dependerá de las medidas pro crecimiento que realicen nuestras autoridades, las cuales no son muy auspiciosas. Una reforma tributaria recaudatoria, una reforma previsional que hará que los costos se los traspasen a las personas, así suma y sigue.

Por otro lado, vemos una indolencia en nuestras autoridades. Contagiado por la soberbia del Gobierno, el ministro Marcel señaló respecto a la cifras de empleo: “Estamos muy lejos de la catástrofe que muchos analistas han estado anticipando”. Esto constituye una tremenda falta de empatía. En una semana donde se anunció la quiebra de la constructora Claro Vicuña y Valenzuela con por lo menos 4.000 personas que quedarán sin trabajo y una burla con 30% de trabajo desformalizado existente en el país.

Además, el ministro sabe y se hace el desentendido que baste que una persona trabaje una hora a la semana, para que el INE entienda que está empleada.

La semana pasada tuvimos de visita en nuestro país a los economistas Mariana Mazzucato y Joseph Stiglitz que buscan reemplazar y matar el sistema liberal de economía, y el cual, por ignorancia, por falta de defensores y una especie de mitología se mira con desprecio. Olvidando que el liberalismo, por encima de todo, significa emancipación y libertad la emancipación de los propios miedos, sus insuficiencias, de los prejuicios, la discriminación, y finalmente de la pobreza.

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