¿Apruebas o rechazas? Al parecer esta ha sido una pregunta recurrente en las últimas semanas y lo seguirá siendo en los próximos días. Estamos viviendo un momento histórico y tenemos la obligación de aportar al diálogo ciudadano responsable, con la madurez suficiente para escuchar, analizar y debatir si la respuesta es distinta a la opción nuestra. Recordemos y tengamos presente que la esencia de la democracia es que los integrantes de una sociedad tengan opiniones diferentes y que estas sean respetadas.

Esta idea, que parece tan obvia e innecesaria de recordar, se ha perdido en los últimos días, pues más que debate de ideas hemos sido testigos, lamentablemente, de ataques personales o enojos que parecen insubsanables entre compañeros de estudio, trabajo, amigos y, lo que es peor, familiares, lo cual solo denota la falta de preparación de quien hace valer ese tipo de argumentos.

Así las cosas, cabe hacernos otra pregunta: ¿Vale la pena distanciarse de un ser querido solo porque pensamos políticamente distinto? Para responderla, además de revalorar los buenos sentimientos, nos puede ayudar reflexionar lo que vivimos durante la pandemia, lo cual nos refregó lo pequeño que somos, mostrándonos la fragilidad de la vida y que nadie está ajeno a la muerte.

Si fuera la última vez que vemos a un ser querido ¿Vale la pena que ese recuerdo esté marcado por un enojo o una discusión basada en la política? La respuesta depende del valor que cada uno de nosotros les dé a los afectos. Sin duda, estos tiempos tan violentos nos dejan en el ambiente un déjà vu histórico que nos hace reflexionar obligatoriamente con la pregunta: ¿Vale la pena?

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