La inseguridad que envuelve a los barrios vulnerables de Chile ha obligado a muchas familias a encerrarse en sus casas. Este escenario, de por sí dramático, ha dejado como principales afectados a aquellos niños y niñas que están en su primera infancia, ya que en pos de protegerlos, muchos de sus cuidadores no los llevan regularmente al jardín ni mucho menos les permiten salir a jugar en los pasajes en que viven. ¿Resultado? Un grave rezago en su desarrollo motriz.

Es una de las principales y tristes constataciones de un reciente estudio realizado por la Fundación Familias Power que revela que cerca del 40% de los casi 700 niños que fueron medidos -provenientes del norte, del centro, del sur y de sectores rurales y urbanos- no logra el desde para su edad en habilidades de motricidad fina y gruesa. Es más, en el caso específico de la motricidad gruesa en niños de zonas urbanas, el déficit se eleva al 50%.

Este es un diagnóstico brutal que se traduce en que niños de tres años no conocen las tijeras o no saben tomarlas. Lo propio con un pincel o con un lápiz. Se observan niños con dificultad para caminar y desplazarse, baja tonicidad muscular, importantes índices de sobrepeso, alimentación desbalanceada e incluso algunos padres reportan “que consumen alimentos en que no se hace necesario masticar en exceso”. Para algunos, además, patear una pelota no está en sus instintos.

Creemos que este rezago debe ser visibilizado. Si ciertas habilidades no se desarrollan en cierta etapa de la vida, pueden no llegar desarrollarse nunca.

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