A partir de la reciente promulgación del Código de Aguas, que estuvo casi 12 años en tramitación legislativa, el foco de atención migró hacia el resguardo del acceso a este recurso y saneamiento como un derecho humano, donde se le entrega prioridad al consumo de las personas y se prioriza la mantención de caudales ecológicos, especialmente en áreas de protección de la biodiversidad.

Estos puntos no han estado ajenos en otro tipo de instancias, como la Mesa Nacional Hídrica y la prioridad de discutir temas de aguas en la Comisión de Medio Ambiente de la Convención Constituyente, donde ha escalado la idea de crear una Agencia Nacional de Aguas.

Las conversaciones y políticas al respecto han ido avanzando, pero para provocar impactos positivos en la vida de las personas y en el medio ambiente es necesario integrar una serie de factores y actores. Por lo mismo, debemos repensar las formas en las que convivimos, no solo entre seres humanos, sino que entre especies y con el entorno.

La conciencia sobre esta temática debe transformarse en acción, pero para generar cambios significativos es necesario construir en conjunto con las autoridades, las comunidades y, en general, con la sociedad civil, formas de aprender a convivir de una manera más armoniosa.

Con un enfoque centrado en la entrega de herramientas para garantizar el derecho humano al agua, subsistencia y saneamiento, esta reciente versión del Código de Aguas presenta un nuevo camino, donde la implementación de la tecnología puede funcionar como la carta maestra para buscar parte de la solución a los efectos del cambio climático en Chile, en un contexto donde cada vez se están sumando nuevas comunas al racionamiento del agua, y donde se espera un déficit de precipitaciones de 20 a 40% en comparación al registro promedio nacional.

Esto es un problema que nos afecta y aqueja a todos, por lo mismo, también se deben reconocer a aquellas iniciativas que comenzaron a gestarse desde hace un tiempo y que han aportado desde las diversas disciplinas y miradas del conocimiento para mejorar la vida de las personas.

En aquellas zonas rurales y más alejadas de las grandes ciudades obtienen recursos hídricos a través de Servicios Sanitarios Rurales (SSR), por ende, necesitan recibir herramientas y apoyo que permitan mejorar la gestión del escaso recurso hídrico existente, entendiendo que el panorama es aún más crítico en estos lugares.

Es una excelente oportunidad para incluir a la tecnología y a la innovación, con el fin de hacer más eficiente el acceso y consumo del agua, entendiendo que en estos sectores hacen falta nuevos sistemas que garanticen la optimización como también la gestión y administración del recurso hídrico, mejorando así la acumulación, distribución, y disminución de pérdidas de agua registradas.

A su vez, no perder la oportunidad de levantar información optimizada que se consolide en un sistema integrado de gestión, lo que permite tomar decisiones inteligentes en cuanto a la inversión y acciones no solo en un SSR, sino más bien en todo un territorio.

La preocupación frente a esta problemática se debe ver reflejada en el trabajo de forma estrecha con juntas de vecinos, agrupaciones comunitarias, comunidades rurales, gobiernos locales, academia, empresas e industria, para llevar adelante iniciativas en beneficio de las personas.

Gonzalo Jaramillo, director del Programa Agua Rural de Anglo American.

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