Un huracán viene acompañado de descargas eléctricas o rayos, lluvias y viento intenso. De la misma forma la Inflación trae consigo una serie de consecuencias que harán que distintos actores con influencia deban tomar difíciles decisiones.

Después de todo el movimiento de enero, pensamos que febrero vendría más calmo en materia económica, pero el panorama cambió cuando el INE dio a conocer este martes el IPC de enero, que superó todos los pronósticos y nos deja con una inflación a doce meses de un 7,7%.

Si el IPC de febrero, que es un mes que históricamente es bajo, tiene una cifra similar a la de enero pasaremos del 8% de inflación acumulada en doce meses, lo que significa que los sueldos en un año han perdido un 8% de su poder adquisitivo y eso ¡vaya que se siente!

Lo anterior es como si cada mes, cuando usted recibe su sueldo, viniera alguien y le quitara un 8% de este. Por ello, se dice que la inflación es un impuesto a los más pobres.

Nuestra inflación podría ser más alta si consideramos que pese a lo alto de los combustibles está operando el MEPCO, que es el sistema de estabilización de los precios de los combustibles y que tiene el precio de estos en $125 menos de lo que debiese ser. Además, desde octubre del 2019 los precios del transporte público se encuentran con subsidio, por lo que el valor del pasaje se encuentra congelado y no ha subido pese al precio de los combustibles.

Por todos lados se repite que la situación de alza inflacionaria está relacionada -por una parte- con el aumento de la cantidad de dinero que el año pasado pusieron en manos de las personas los retiros y ayudas del Gobierno.

Y por otra, por el nulo aumento e incluso disminución de los bienes y servicios disponibles en el mercado, ya sea por las cuarentenas, demoras en las entregas, aumento de las tarifas de transporte, escasez de chips semiconductores y container. Una situación que se mantendrá este año.

Estamos de acuerdo en que un nuevo retiro haría aumentar más la inflación. Pero cómo hacemos para dicho discurso se internalice por una jefa o un jefe de hogar, que ve como producto de la inflación ha tenido que restringir ciertos artículos o bajar la calidad de los mismos, y que por ende, al tener más dinero -ya sea por vía de retiros o de ayudas del Gobierno- podría solventar los gastos. Esto es un tema complejo y es el meollo de esta situación de alza que deberá resolver el Gobierno.

Se ha reiterado y se seguirá diciendo que las soluciones están ligadas a una responsabilidad fiscal con una restricción del gasto público y un alza de la tasa de interés del Banco Central. Y si bien, ésta es una de las soluciones, pero con un alza de tasa se hace más caro el acceso a crédito y eso termina afectando a un gran porcentaje de la población, porque más del 76% utiliza tarjetas de crédito y en algunos casos no por gusto, sino para poder bicicletear mes a mes los gastos. ¿Somos conscientes de ello?, ¿son consideradas estas situaciones? Al parecer no.

Por este motivo, si usted tiene la posibilidad de reducir o terminar la deuda de su tarjeta de crédito de banco o de tienda comercial y no usarla: HÁGALO, porque el interés de las cuotas comenzará a subir.

Siempre se acusa que quienes escribimos columnas solamente reclamamos y no damos soluciones.

Es por ello que, aunque sea criticado propondré algunas posibles, como son las ayudas focalizadas por parte del Gobierno, mantener el IFE Laboral y estudiar en serio una rebaja de IVA a los artículos de primera necesidad, como lo han hecho países como Paraguay en Sudamérica, Alemania y Polonia en Europa. De esto último se dirá que no se puede porque se debe hacer frente al aumento del gasto público. Y está bien, pero creo que en este momento la prioridad es tratar de bajar el costo de vida de las personas.

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