El proyecto de ley de participación de las y los trabajadores en directorios de grandes empresas que recién presentamos en el Congreso, busca avanzar hacia modelos de gobernanza empresarial que mejoren la productividad y el diálogo interno, disminuyendo la conflictividad, reforzando la legitimidad y eficacia de las decisiones estratégicas de las mega corporaciones.

Las grandes empresas en Chile representan menos del 2% del total de firmas del país, las cuales llegan a acumular cerca del 90% de todas las ventas del comercio. Evidenciando la grosera concentración económica existente en Chile, resulta razonable innovar en los modelos de gobernanza empresarial, incluyendo la voz activa de sus trabajadores. Ya es tiempo de dejar atrás la fragilidad del modelo actual y avanzar en dinámicas modernas de colaboración.

Trabajadores en los directorios

La evidencia nos demuestra que incluir en la toma de decisiones las voces de quienes ejecutan los procesos de producción, anticipa conflictos, mejora las decisiones y aumenta la confianza y cohesión interna de una empresa. Son muchos los ejemplos de exitosas experiencias internacionales que constatan que la participación de los trabajadores en los órganos de administración no es una concesión simbólica.

A nivel internacional, Alemania cuenta con un sistema institucionalizado de cogestión empresarial que fomenta la colaboración directa entre empleadores y trabajadores en la administración de las compañías. Este modelo ha sido clave en la estabilidad y competitividad de grandes empresas industriales alemanas, como Siemens o Volkswagen. Otros países como Francia, Suecia, o Irlanda cuentan con esquemas similares, ya sea por legislación directa o vía convenios colectivos obligatorios.

Revisemos algunos ejemplos exitosos europeos y estadounidenses en empresas privadas de renombre: La cooperativa Mondragón, en España, integra a los trabajadores en sus órganos directivos mediante voto directo, contribuyendo a su éxito económico y cohesión interna.

La cadena británica John Lewis Partnership opera como una empresa de propiedad compartida, donde los trabajadores eligen representantes con funciones de control estratégico.

En Suecia, empresas industriales como Volvo aplican desde hace décadas un modelo de cogestión respaldado por la legislación nacional, que garantiza la presencia de representantes de los trabajadores en los consejos de administración.

En Estados Unidos, empresas como WinCo Foods y Publix Super Markets aplican planes de propiedad accionaria para sus trabajadores, quienes participan indirectamente en decisiones clave de la compañía.

Terreno fértil tenemos en Chile y lo sabemos

Aunque en Chile la participación de los trabajadores en los directorios de empresas privadas no está regulada por ley hasta ahora, sí existen ya ejemplos de buenas prácticas que demuestran su viabilidad. Entre ellas, destacan entidades privadas sin fines de lucro como la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS), Codelco, la Caja de Compensación La Araucana y Próxima SpA, entre otras. Terreno fértil tenemos en Chile y lo sabemos.

La evidencia nos indica que el tiempo es ahora. La alta rotación laboral, la corta duración de los contratos (menos de 3 años en promedio), el bajo nivel de sindicalización (menos del 20% del total de trabajadores en Chile), la baja tasa de cobertura de la negociación colectiva y la recurrencia de conflictos abiertos en sectores estratégicos, reflejan la fragilidad de nuestro sistema de diálogo social.

La falta de instancias de participación regulada y permanente ha llevado a una interacción esporádica, basada en la confrontación y no en la corresponsabilidad. Podemos equilibrar inclusión y legitimidad sindical, fortaleciendo progresivamente el rol del sindicalismo en la democracia interna de las empresas, ayudando a mejorar la productividad.

Por otra parte, la experiencia demuestra la participación de los trabajadores en los órganos de decisión no solo es compatible con la rentabilidad empresarial, sino que también contribuye significativamente a fortalecer la transparencia, la resiliencia organizacional y la sostenibilidad social.

Frente a la grosera concentración de poder y riqueza, juntos se puede trabajar, avanzar y crecer mejor.