El PC ha demostrado su capacidad de ser buen aliado en el gobierno, pero colabora poco en el fortalecimiento de la coalición.
Nuestra coalición lleva casi un mes de debate presidencial. En siete oportunidades, los cuatro candidatos han contrastado posiciones y propuestas en diversas materias de interés nacional. A esto se suman las intervenciones públicas que han realizado los diversos equipos en materias específicas, y los documentos programáticos de cada candidatura, entregados al SERVEL a finales de abril.
Desbalances en el debate económico: el PC y el silencio que debilita al bloque
Las primarias presidenciales tienen el potencial de habilitar un debate político fundamental para el fortalecimiento de las coaliciones de gobierno, especialmente en materias tan complejas como la política económica. En teoría, las primarias permiten la elaboración de diagnósticos comunes, el orden de prioridades, la confrontación de diferencias, y fundamentalmente la búsqueda de consensos.
A pocos días de la elección, nuestro balance es bastante desequilibrado: en el debate económico las propuestas del PC destacan por su brevedad y falta de claridad. Esto es particularmente preocupante cuando el presidente de la colectividad, Lautaro Carmona, nos pide “ponerle más ganas al estudio de sus propuestas”. Y lo cierto es que hemos estudiado el documento programático, pero la responsabilidad de explicar sus alcances no recae en el resto de la coalición.
Resulta preocupante, pues tanto la contienda electoral de noviembre como los desafíos en materia económica del próximo gobierno serán tremendamente exigentes. Desde la candidatura de Gonzalo Winter entendemos la responsabilidad que tenemos todas las colectividades en esto.
La insistencia del candidato Jaime Mulet respecto al tema de contribuciones nos ha obligado a revisar nuestro diagnóstico. Las declaraciones de Óscar Landerretche nos han convencido de la importancia de elaborar una agenda corta de reactivación pro desarrollo, coincidiendo que es necesario un programa sólido de inversión pública en infraestructura productiva.
Tenemos matices importantes, como el uso correcto de las concesiones como instrumento de política pública: la disputa entre Nuevo Pudahuel y el MOP nos indica que la ley de concesiones del 2010 no resolvió cabalmente los problemas de la ley anterior.
Entendemos también que no tenemos consenso respecto de la introducción de un impuesto al patrimonio, pero que sí compartimos el objetivo de reducir la evasión y elusión tributaria: pareciera que un impuesto al patrimonio a la Zucman podría ser un punto de encuentro.
¿Dónde están los acuerdos? ¿Y las prioridades?
Finalmente, señalar que celebramos la aclaración de la candidata Carolina Tohá respecto a la reducción del tramo exento del impuesto a la renta. Este ejercicio queda incompleto en el momento en que una candidatura se ausenta del debate. La preocupación aumenta si revisamos ensayos escritos por Fernando Carmona Alert, jefe programático de la candidatura de Jeannette Jara, y también jefe programático de la candidatura de Daniel Jadue en 2021.
Es evidente que tenemos diferencias, pero resulta imposible dilucidar exactamente cuáles son. ¿Qué elementos se mantienen de la candidatura anterior? ¿Qué consideran prioritario? ¿Dónde se abren las posibilidades de consenso? El PC ha demostrado su capacidad de ser buen aliado en el gobierno, pero colabora poco en el fortalecimiento de la coalición al guardar silencio respecto de los lineamientos programáticos de su candidatura presidencial.
En un momento donde las familias chilenas enfrentan incertidumbre económica y necesitan respuestas concretas, no podemos permitirnos el lujo de la ambigüedad programática