Porque más allá de las proclamaciones y cálculos electorales, lo que aún no se ha levantado con la fuerza necesaria es la construcción programática común.

El escenario presidencial comienza a despejarse. En los últimos días, el Comité Central del Partido Socialista de Chile proclamó como su carta presidencial a la senadora y presidenta del partido, Paulina Vodanovic. Casi en simultáneo, el Consejo General del PPD hacía lo propio con Carolina Tohá, exministra del gobierno del presidente Boric. A ellas se suman las candidaturas de Jeannette Jara por el Partido Comunista y Gonzalo Winter por el Frente Amplio, configurando lo que parece ser la primaria más competitiva desde la Nueva Mayoría en 2013.

Sin embargo, junto con esta claridad, emerge un nuevo obstáculo: el tono de la discusión política. En lugar de abrir un debate fecundo sobre el país que queremos construir, se ha instalado una narrativa confrontacional y empobrecida entre candidaturas legítimas que deberían, precisamente, complementarse.

En este clima, proliferan declaraciones que, lejos de contribuir a la unidad, alimentan la fragmentación. Desde el fuego cruzado interno –como Núñez, Solari o Joignant– hasta la desconfianza abierta de actores como Jaime Quintana, presidente del PPD, que han cuestionado la legítima aspiración del socialismo chileno de disputar el liderazgo de un nuevo ciclo político.

Ante este panorama, creemos necesario volver a poner el foco en lo que realmente importa. Los gobiernos de centroizquierda han sido capaces de generar transformaciones profundas que mejoraron la vida de millones: el Pilar Solidario, el Plan AUGE, la gratuidad en la educación superior y el progreso sostenido con estabilidad democrática. Son estas conquistas las que deben inspirarnos para proyectar una propuesta de futuro que reconecte con las esperanzas del pueblo y las clases trabajadoras.

Desde la Juventud Socialista, y a través de nuestra Comisión Política, hemos tomado definiciones claras frente al actual momento político. Primero, respaldamos con convicción la candidatura de nuestra compañera y presidenta del partido, Paulina Vodanovic, y ponemos a disposición nuestras fuerzas para construir una campaña con fortaleza orgánica y territorial. Segundo, creemos imprescindible que el proceso presidencial avance en la construcción de un programa de gobierno transformador, popular y audaz, que encarne las demandas de las mayorías. Y tercero, hacemos un llamado urgente a las fuerzas progresistas, desde la Democracia Cristiana hasta el Partido Comunista, a redoblar esfuerzos para forjar unidad política y disputar con fuerza, en las primarias amplias, el rumbo del próximo gobierno.

Pero advertimos una ausencia que amenaza con vaciar de contenido este debate: la pata que falta.

Porque más allá de las proclamaciones y cálculos electorales, lo que aún no se ha levantado con la fuerza necesaria es la construcción programática común. Es allí donde debe concentrarse el corazón del esfuerzo: en un contenido que nos una más allá de los nombres, que convoque al pueblo de Chile y lo entusiasme.

El progresismo no puede permitirse llegar al 29 de junio solo con candidaturas. Debe llegar con una propuesta sólida, audaz y comprometida, que enfrente con claridad la amenaza de la ultraderecha y proponga un país más justo, más democrático y más igualitario. La pata que falta es el programa, y debemos construirlo desde las bases, con el pueblo, con el mundo social, con las mujeres, con las dirigencias territoriales, con la academia, con las juventudes y con todos aquellos que han sostenido las luchas democráticas en este país.

Solo así podremos encarnar un proyecto que no sea solo de unidad táctica, sino de propósito y destino compartido. Solo así construiremos una candidatura que no solo derrote a la derecha, sino que represente las ideas de la mayoría social y política de Chile.

La historia nos lo exige. El presente nos lo demanda. Y el futuro nos está mirando.