La discusión en torno a la supuesta necesidad de realizar ajustes presupuestarios que han levantado desde la oposición, nos plantea una buena reflexión en torno a la política fiscal y la importancia de no transformarla en una herramienta eleccionaria.

A veces se nos olvida que este Gobierno, que se propuso una exigente meta fiscal de -1,1% -que ahora estaría proyectándose en 1,6%- recibió por parte de la administración de Sebastián Piñera un déficit estructural de más de 10 puntos del PIB, el más grande desde que se tiene registro.

Uno podría comprender estas cifras en el marco de los esfuerzos que se hicieron para proteger a las familias durante la pandemia, donde muchos parlamentarios exigimos aumentar los niveles de gasto con ese fin.

Sin embargo, el gobierno anterior, liderado por la coalición de Chile Vamos, durante todo el 2020 se negó a aumentar los montos del Ingreso Familiar de Emergencia, y solo lo hizo entre septiembre y diciembre del año 2021, es decir, en pleno periodo de campaña electoral.

Si la meta fiscal, por el contexto de pandemia, se modificó de -1% a -4%, la realidad es que el gobierno de Piñera terminó con un déficit de 10%, 6 puntos más del PIB. No solo eso, durante el periodo electoral del año 2021, gastaron 14 mil millones de dólares más que durante el mismo tramo del año 2020.

Que la candidata Evelyn Matthei venga a exigir ajustes fiscales para el próximo ciclo de Gobierno, cuando fue la administración de su coalición la que no solo dejó un déficit desastroso, sino que además utilizado para su campaña, es de una hipocresía tremenda. Mejor partamos por preguntarles si van a reponer esos fondos que utilizaron para beneficiarse en sus campañas, antes de pedirle a los chilenos que se ajusten el cinturón.