Por estos días, las encuestas, los números, los debates y otras “novedades”, nos mantienen ocupados viendo cómo avanzan las ya interminables discusiones sobre la migración irregular, la reforma previsional, la delincuencia y una ominosa lista de descalabros que prometen presionar aún más los ya exhaustos fondos públicos.

De la decadencia al hastío: por qué el descontento político en Chile abre espacio al libertarismo

Se nos viene un año de elecciones, que, por costumbre, vendrá aparejado de grandes discursos y ofertones varios.

La izquierda continuará intentando extraer la propiedad privada y depositarla, en el mejor de los casos, en las arcas fiscales o, en su defecto, en la fundación que aún no haya recibido su tajada. Todo ello respaldado con la retórica de repartir entre los más vulnerables, aunque no con su propio patrimonio, sino con el suyo, señor lector. Esto, que sería imposible solo con los votos propios, se ha visto generosamente subvencionado con los apoyos de muchos parlamentarios de Chile Vamos, quienes, en el afán de mantenerse en el círculo de poder político, han sido capaces de apoyar desde colocar la estatua de Salvador Allende en la Plaza de la Constitución hasta aprobar el reparto en la reforma de pensiones.

El elector que eligió a esos representantes se preguntará, con justa razón, qué principios suscribió al votar por parlamentarios que, ayer y hoy, en su nombre y llenándose la boca con “es la voluntad del pueblo”, hacen exactamente lo contrario de lo esperado. Pues bien, yo me hice la misma pregunta en reiteradas oportunidades y, hasta el día de hoy, sigo preguntándome hasta dónde serán capaces de llegar.

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En una de mis columnas anteriores escribí sobre la crisis ética que atraviesa nuestro país. Una de las cosas que tenía en mente fue precisamente el desprecio por los principios políticos con que se presentan ciertos candidatos supuestamente de derecha. Esgrimen primero sus principios, para luego ignorarlos en el momento de la votación.

Esta falta de consecuencia y zigzagueo terminó por aburrirme e indignarme, y con seguridad a muchos ciudadanos les ocurrió lo mismo. Pues bien, la respuesta a esta abyecta conducta se llama Partido Nacional Libertario.

La respuesta libertaria: el Partido Nacional Libertario como alternativa

El mensaje es corto, sencillo y claro. Somos soberanistas. Queremos resolver nuestros problemas con nuestra receta y no con la que dicten organismos internacionales y globalistas. Somos respetuosos del proyecto individual de cada persona, en tanto no intervenga en el proyecto personal del prójimo. Queremos un Estado pequeño y muy eficiente. De la misma forma, defendemos el derecho a la propiedad privada.

Bueno, quizás usted, señor lector, haya leído esto mismo o algo parecido en los principios de otro partido. Sería entonces interesante preguntarse por qué en nuestro recién fundado PNL tenemos tantos exmilitantes de otras tiendas. No lo aburriré con conclusiones obvias.

Nuestro proyecto político está construido para orientar al país en la dirección que ya ha sido probada y funciona exitosamente. No hay medias tintas, no somos “dialogantes a lo Chile Vamos”. Vamos a devolverle a la gente lo que le pertenece: su libertad, su propiedad, su seguridad y, en definitiva, su país, su Chile.

Lo invitamos a leer nuestros principios y, si estos lo representan, sea usted bienvenido a trabajar para recuperar el crecimiento, la libertad y el desarrollo.