La combinación de desarrollo económico y social, tecnología y políticas sostenibles sitúa a China como un ejemplo de cómo un país puede modernizarse, sin abandonar sus principios ideológicos y construir una civilización ecológica y socialista.
A 75 años de la fundación de la República Popular China, el proceso de modernización del sistema socialista en China ha avanzado profundamente, marcando un hito en la integración de la tecnología en el desarrollo productivo y la creación de bienes de alta gama. Así las reformas impulsadas por el Partido Comunista de China (PCCh) y su secretario general, el presidente Xi Jinping, la democracia popular y el papel central de la tecnología en el desarrollo económico y social, han situado a China como una potencia tecnológica y productiva en el escenario global.
Mecanismos de mercado sin abandonar los principios socialistas
El camino hacia la modernización en China comenzó con la apertura económica y las reformas estructurales que se iniciaron a fines de los años setenta, bajo la dirección de Deng Xiaoping. El principal objetivo era transformar una economía predominantemente agraria en una potencia industrial y tecnológica, introduciendo mecanismos de mercado en un sistema socialista. Esto marcó la primera etapa del desarrollo, como se describe en los planes quinquenales, que han sido el pilar de la planificación económica China.
A lo largo de estas décadas, China ha pasado de ser un país con una industria incipiente a una nación con un sistema económico e industrial robusto, alcanzando importantes avances en el campo de la tecnología. Las reformas han sido profundas, destacando la combinación de políticas de apertura al comercio internacional, sin abandonar los principios del socialismo con características chinas, que permiten la planificación a largo plazo con directrices claras para el desarrollo económico y social.
En el centro de las reformas está la tecnología, la que ha sido vista como un motor esencial para impulsar el modelo de desarrollo socialista. La innovación tecnológica ha permitido que China avance a la vanguardia en sectores estratégicos como la inteligencia artificial, el 5G, la tecnología láser, el comercio electrónico, y la tecnología de la información.
Esto ha sido crucial para la creación de nuevas formas de producción y consumo, de ahorro en el uso de los bienes, del ahorro en materias primas y de la energía que se requiere para desarrollar los diversos procesos industriales. Así también, ha generado la creación de nuevos materiales, revolucionando la manera en que los sectores tradicionales interactúan con la economía digital y ha fomentado la generación de bienes de alta calidad.
China liderando el comercio electrónico global
La transformación digital ha integrado la vida cotidiana de los ciudadanos, permitiendo que, desde la agricultura, la regeneración de los ecosistemas hasta las ciudades inteligentes se beneficien de tecnologías como la inteligencia artificial y el Internet de las Cosas (IoT). Este modelo productivo impulsado por la tecnología no solo ha aumentado la eficiencia en la producción, sino que ha abierto nuevas fronteras en la mejora de la calidad de vida de la población en diversas dimensiones.
El comercio electrónico, por ejemplo, ha pasado por varias etapas de desarrollo en China, desde la fase de exploración hasta la integración masiva de tecnologías como el Big Data y la inteligencia artificial, que han facilitado tanto el comercio nacional como el internacional. La creación de plataformas transfronterizas ha permitido que China lidere el comercio electrónico global.
Otro de los ejes clave de la modernización de China ha sido su modelo de desarrollo basado en la creación de infraestructura. Desde la construcción de autopistas hasta la red ferroviaria de alta velocidad, la infraestructura moderna ha sido un pilar para la expansión económica. Esta inversión en infraestructura ha facilitado no solo el transporte de bienes, sino también la conexión digital del país a través de redes de telecomunicaciones como la fibra óptica y el 5G, consolidando así a China como líder global en infraestructura de telecomunicaciones.
La red de 5G, por ejemplo, ha permitido la expansión de ciudades inteligentes y ha fomentado la interconexión de dispositivos a través de IoT. Esta tecnología ha sido fundamental para el desarrollo de sectores como la salud, el medioambiente, la educación y el transporte, proporcionando una conectividad y aumentos en la productividad sin precedentes.
China: una potencia productiva global
La modernización del sistema socialista en China no ha dejado de lado la importancia de la regeneración y la preservación de los ecosistemas. En el marco de los objetivos del XIV Plan Quinquenal, el desarrollo verde ha sido una prioridad, con políticas específicas orientadas a la reducción de emisiones de carbono y la promoción de energías renovables. China ha avanzado en la creación de un sistema de producción limpio y eficiente, integrando la sostenibilidad en cada eslabón de su cadena industrial.
En sectores como el transporte, la transformación hacia modelos más ecológicos ha sido notable. El impulso a los vehículos eléctricos y la modernización de la infraestructura de transporte con tecnologías de baja emisión ha sido uno de los logros clave en la estrategia de desarrollo verde de China.
El avance tecnológico y la modernización económica han posicionado a China como una potencia productiva global. Su enfoque en la innovación y la infraestructura ha permitido que su influencia se extienda más allá de sus fronteras. Iniciativas como la Franja y la Ruta no solo han fortalecido la conectividad entre Asia, América Latina, Europa y África, sino que también han consolidado el rol de China en el comercio internacional y en la inversión en infraestructura global, configurando un modelo para el sur global y para el beneficio de los pueblos.
Este proceso ha sido fundamental para la creación de un “destino común para la humanidad”, donde la colaboración internacional y la tecnología desempeñan un papel crucial en la configuración del futuro económico global. La combinación de desarrollo económico y social, tecnología y políticas sostenibles sitúa a China como un ejemplo de cómo un país puede modernizarse, sin abandonar sus principios ideológicos y construir una civilización ecológica y socialista.