Un total de 13 adolescentes entre 14 y 18 años vivirán en la nueva casa proporcionada por Mejor Niñez, completando el 75% del cierre del Cread Pudahuel.

El Servicio Nacional de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia (Mejor Niñez), inauguró el “RF Miguel Claro”, una de las ocho Residencias Familiares, administrada por el Servicio que reemplazará al Cread Pudahuel.

Desde hoy, Miguel Claro recibe a 13 adolescentes entre 14 y 18 años que vivirán en la nueva casa. En tanto, se espera que en las próximas semanas se inauguren otras dos sedes para cerrar por completo el Cread Pudahuel.

Estamos iniciando una nueva etapa en la vida de los jóvenes que vivirán aquí. Ellos necesitan lo mejor de nosotros (…) Es un cambio de modelo profundo”, señaló la directora nacional de Mejor Niñez, María José Castro.

En tanto, la ministra de Desarrollo Social y Familia, Karla Rubilar, señaló que “como Gobierno nos comprometimos a poner a los niños en el corazón de nuestra gestión“.

Mejor Niñez, que inició en octubre pasado, comienza con cambios sustanciales en la forma en que se entiende la protección a la niñez vulnerada.

“En Mejor Niñez debemos mirar a los niños a los ojos y devolver la confianza en sí mismos, restituir y reparar sus derechos para que puedan vivir en plenitud”, señaló Bárbara Soto, directora Metropolitana de Mejor Niñez.

Las Residencias Familiares son espacios acogedores donde se propicia el buen trato, la convivencia protectora basada en el afecto, que promueve el desarrollo integral y las habilidades sociales de los niños o niñas.

Así, en la medida que cada niño o niña se siente parte de una comunidad de vida familiar –aunque sea transitoria–, que lo protege y lo respeta en su individualidad, es posible construir un proceso de intervención que avanza simultáneamente en el plano individual y en la relación con los otros.

Finalmente, se explicó que la residencialidad emocionalmente segura es la base del proceso de intervención en una Residencia Familiar. No solo busca garantizar las necesidades básicas de cuidado, alimentación y abrigo, sino que fundamentalmente se construye una experiencia de cuidado cotidiano.

Para ello, la intervención residencial se enfoca en seis aspectos fundamentales:

1. La restitución del derecho a vivir en familia.
2. El modelamiento y promoción de vínculos afectivos seguros y bien tratantes.
3. El establecimiento de una residencialidad emocionalmente segura con límites claros, en donde pueda desplegar la totalidad de sus conductas y emociones, sin temor al rechazo, el abandono o el castigo.
4. La resignificación de las experiencias de maltrato, en cualquiera de sus formas, y otras experiencias adversas.
5. El fortalecimiento de las habilidades parentales de la familia o adultos relacionados.
6. El fortalecimiento de la vinculación de los niños, niñas y adolescentes con figuras adultas protectoras.
7. La promoción de la vinculación con las redes de protección social y comunitarias.