Ha pasado un año y ocho meses desde que Jorge Maulén fue asesinado en la ruta que une Quidico y Tirúa, en la provincia de Arauco. No hay detenidos, menos aún formalizados, en una investigación que mantiene en la impunidad otro caso más de violencia rural en la zona.
El caso se remonta a diciembre de 2018, cuando un grupo de desconocidos atacaron el furgón en el cual se desplazaban Jorge Maulén y su esposa, Ana María Martínez.
Un encapuchado disparó desde un costado del camino, cuyo impacto dio de lleno en la cara de Jorge, quien perdió el control del vehículo cayendo a una zanja.
Cinco meses después, Jorge falleció producto de las complicaciones derivadas del disparo alevoso.
Pese a ser la testigo principal del caso, Ana María Martínez recuerda haber entregado una sola vez su declaración ante la Fiscalía. Y luego de esa diligencia, no ha recibido ninguna noticia, menos un llamado telefónico.
Luego llegó la pandemia y el caso de su esposo comenzó a diluirse en los vericuetos de la impunidad, a tal punto que la mujer tampoco ha tenido información respecto de la querella que interpuso el Estado.
“Somos víctimas olvidadas”, asevera Ana María.
Como parte de un grupo de víctimas de violencia rural, ha recibido algunos beneficios por parte del Gobierno. Tuvo un par de sesiones con una psicóloga, le llegó una caja de alimentos por la pandemia y además tiene la promesa de una vivienda social por parte del Minvu.
Y si bien se supone que iba a recibir una pensión, aún no se concreta el trámite por lo que ahora subsiste con las licencias médicas, con todo lo que eso implica en trámites y apelaciones a la Superintendencia de Seguridad Social (Suseso).
“Yo sigo con reposo médico, con siquiatra, con sicólogo, aún no soy dada de alta”, nos relata a BioBioChile.
Por lo mismo, su hijo menor decidió mantener su carrera universitaria congelada, decisión que había tomado cuando su papá sufrió el accidente, para acompañarla.
Y es que tal como sucede con los soldados que retornan de una guerra, Ana María se descompensa al escuchar un estruendo, un golpe fuerte, o ver a personas encapuchadas. Porque si bien hay detalles que olvidó, aún está el recuerdo del desconocido con el rostro cubierto emergiendo de entre los árboles, disparándoles al furgón.
“Me falta recuperar mi independencia, yo no salgo sola, me produce terror salir sola a la calle, los ruidos, los estruendos, todas esas cosas me descompensan”, relata.
“Yo no me acuerdo de absolutamente nada, hay momentos que pierdo la noción de lo que pasó. Tengo la memoria en esos momentos muy borrosa”, reconoce.
“Según lo que me decían, es que cuando nosotros sufrimos el atentado, fue una persona al hospital de Cañete que conversó conmigo que según era de la Fiscalía, pero yo no me acuerdo, en ese estado de shock, qué me voy a acordar”, añade.
Es tal su problema, que no puede ver noticias de forma tranquila, menos aún disfrutar de alguna película.
“En la tele veo los atentados y la cambio, me hace muy mal verlos. Muy rara vez veo noticias porque es pura violencia y me hace pésimo, trato de no verlas porque me descompensan, o sea, mi vida cambió rotundamente”, agrega.
“Tengo miedo a salir a la calle, a los tumultos, a los ruidos, a los estruendos, todo eso. Si voy por la calle y se rompe un vidrio, yo me descompenso. No puedo ver un grupo de personas en una esquina manifestándose”, explica.
“Hay partes de mi vida después del accidente que yo no recuerdo, no me recuerdo del invierno pasado, estuve internada también, tuve mucha pérdida de memoria”, lamenta.
Una demora dolorosa
En medio de su lenta recuperación, Ana María lamenta la demora por parte del Ministerio Público en lograr establecer quién es el asesino de su esposo.
“Me parece lamentable porque no es solo el caso de nosotros que no tiene culpables, hay muchos casos que nunca encuentran a nadie para tomar detenidos. Ha sido difícil y creo que es poca la esperanza que tengo que encuentren a los culpables”, señala resignada.
“Siendo sincera, yo creo que va a quedar en el archivo impune, sin culpables, lamentablemente. A no ser que se alce la voz de otra manera y nos tomen más en cuenta”, opina.
Respecto a las razones de la demora, la viuda de Jorge Maulén sostiene desesperanzada que “la verdad es que no sé si decir que es falta de voluntad, en realidad no sé qué creer, porque tanto tiempo que ha pasado sin ninguna respuesta, sin otro llamado más de Fiscalía o alguna noticia, no sé qué decir”.
“Yo quisiera que hubiera justicia para mi esposo, pero creo que no va a haber. Quisiera tener una esperanza, quisiera que alguien me dijera ‘vamos a seguir luchando para encontrar a quienes nos hicieron daño’, me encantaría que fuera así, pero creo que esto va a quedar guardado en carpetas al igual que otros casos”, concluye.
“Lo que nos pasó, es terrorismo”
Aunque en una primera instancia Ana María prefería hablar de un “accidente” cuando se refería a lo sucedido con su esposo, el paso del tiempo ha hecho cambiar radicalmente su opinión y ahora lo califica como “terrorismo”.
“He cambiado un poco mi pensamiento con respecto a lo que nos pasó a nosotros. Yo creo que es terrorismo, que fue parte del terrorismo que hay en la zona”, sentenció.
“Yo al principio pensé que había sido un accidente, pero no, es terrorismo”, insistió.
En ese sentido, asegura que una de las prioridades que debe tener el Gobierno es restablecer la seguridad en la zona. “Es terrible lo que está pasando y lamentablemente no atrapan a nadie, no hay nadie que sea juzgado por ello”, critica.
Aunque reconoce echar de menos a su esposo, Ana María asegura que al menos ya superó la muerte de Jorge Maulén, su compañero de vida.
“Lo echo de menos, la casa se siente vacía, no es lo mismo la vida sin él. Gracias a Dios el tema del fallecimiento de mi esposo yo ya puedo conversarlo, sé que fue lo mejor para él haberse ido aquel día, yo puedo estar tranquila con eso. Lo tengo superado”, comenta.