Aunque Chile no es un país reconocido por estos fenómenos meteorológicos, no es tan inusual que trombas marinas o tornados se formen en nuestro territorio y provoquen distintos niveles de destrucción, como el que afectó este jueves a la ciudad de Los Ángeles. De hecho, uno de los más recordados es el que el 27 de mayo de 1934 llegó hasta el centro de Concepción, dejando 27 personas muertas.

Uno de los más recientes en tanto, fue el ocurrido el 31 de mayo de 2013 en San Carlos. Este tornado alcanzó categoría F2 en la escala de Fujita-Pearson, con vientos que alcanzaron los 228 kilómetros por hora, los que arrasaron con 47 casas de la población 11 de septiembre, con un saldo de dos personas heridas y 232 damnificados.

Precisamente en aquella ocasión, el académico del Centro de Investigación y Transferencia en Riego y Agroclimatología de la Universidad de Talca, Patricio González, habló con El Mostrador para explicar cómo se forman en Chile.

“Cuando el suelo está relativamente más cálido que el aire, se forma una corriente descendente -desde la nube al suelo- la que toma un giro de unos 200 a 250 kilómetros por hora, y que se mueve en forma aleatoria alcanzando una fuerza que puede acabar con todo a su paso”, indicó González.

“Este tornado se mantiene activo mientras la diferencia de temperatura entre el suelo y la nube sea considerable, no suelen durar más de 20 minutos y luego desaparecen. Este tipo de tornados son más recurrentes en las costas (trombas marinas). No es usual que ocurran en terrenos pre-cordilleranos”, añadió.

Pese a que no sea un fenómeno tan frecuente, la ocurrencia de tornados que afecten a la población es aproximadamente de cada 5 años, un periodo que se cumplió casi con precisión en esta jornada.

Este fenómeno ocurre ocasionalmente cada 5 años y por lo general es más común en el mar, donde las diferencias de temperatura del océano y el aire son más extremas. Allí ocurre lo que es conocido como una tromba marina, fenómeno que hace unos días (en 2013) ocurrió en la localidad de Boyeruca y dejó una vivienda totalmente destruida”, concluyó González.

En tanto, el Servicio Meteorológico de la Armada de Chile explicó que por la relativa baja ocurrencia e intensidad de las trombas y tornados en nuestro país, es escaso el conocimiento que tenemos aún al respecto.

“Poco se ha estudiado acerca de la ocurrencia de estos eventos en Chile, por presentarse en forma muy esporádica y en lugares deshabitados, de difícil acceso o en ausencia de mediciones y registros. La Escala de Fujita-Pearson, utilizada internacionalmente para su estudio y seguimiento, presenta la seria limitación de fijar como criterio la evidencia de los daños producidos”, explican.

“Por lo tanto, la Dirección Meteorológica de Chile decidió adoptar la escala TORRO para la evaluación de daños y clasificación de Tornados, de T-0 hasta T-10 según su intensidad, que presenta una mayor gradualidad para clasificar los fenómenos más débiles y por ello, más frecuentes”, indicaron desde la institución.