En la conmemoración de un nuevo 27F, un experto que recopiló datos y editó un libro sobre tsunamis en el Bío Bío insistió en que la centralización de las decisiones y la falta de equipos de emergencias permanentes en los municipios son un problema a subsanar a nueve años de la tragedia.
Fue tras el terremoto y tsunami del 2010 que Rafael Aránguiz, académico de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), se propuso recopilar información y ofrecer a la comunidad un texto que informara de políticas públicas, historia de estos fenómenos, pero sobre todo herramientas para actuar cuando ocurran.
Así, se editó el libro Tsunamis en la región del Bío Bío desde una mirada multidisciplinaria, que entre sus conclusiones determina que un problema sigue siendo la toma de decisiones y entrega de recursos desde Santiago, según detalló el autor.
La primera medida de mitigación en la historia de Chile ocurrió tras un cuarto tsunami que arrasó la costa de Penco y que determinó el traslado de la ciudad al Valle de la Mocha, en el actual Concepción.
Aunque el tema es absolutamente actual. En los últimos años han ocurrido maremotos en 2010 en el Bío Bío, 2014 en Iquique, 2015 Coquimbo y uno más pequeño en Chiloé el 2016.
Aránguiz, también investigador del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (Cigiden), valoró la experiencia de Talcahuano a la hora de conformar un equipo permanente para reducción de riesgo, lo que a su juicio debiera ser replicado por otros municipios.
Tras el 27F hubo una mejora considerable en los sistemas de alerta y los protocolos de evacuación, creció el interés de los investigadores chilenos por los tsunamis y se generó una red de colaboración con Japón, Estados Unidos y Europa.