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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

Tomás Ross, niño chilote de 7 años con distrofia muscular de Duchenne, ha presentado mejoras significativas tras iniciar un innovador tratamiento en Estados Unidos para frenar la enfermedad. Su familia, que recaudó $3.500 millones para costearlo, notó avances en su musculatura y fuerza a solo un mes y medio de comenzar la terapia. A pesar de efectos secundarios iniciales como cefaleas y náuseas, estos han desaparecido y Tomás lleva ahora una vida normal, asistiendo al colegio y disfrutando de actividades infantiles. Los controles médicos son mensuales, y en enero se realizará una evaluación integral de su salud.

La familia de Tomás Ross, niño de 7 años con distrofia muscular de Duchenne, afirmó que ya ha presentado mejoras tras comenzar a recibir en Estados Unidos un innovador tratamiento para frenar el avance de la enfermedad.

El niño chilote, cuya madre caminó por Chile para reunir $3.500 millones, comenzó la terapia el 4 de abril y, según lo informado por su abuela, Andrea Valenzuela, al mes y medio ya empezaron a notar los cambios en su “musculatura y fuerza”.

En conversación con Radio Bío Bío, la mujer relató a modo de ejemplo que “algo muy característico de los niños Duchenne y también del Tomi es que nunca pudo subir escaleras como lo hacía cualquier niño. Él lo hacía peldaño por peldaño y afirmado siempre; y al mes y medio ya podía correr hasta la mitad de la escalera, y a los tres meses ya pudo subirla hasta el final de la escalera, sin apoyo y corriendo como cualquier niño”.

“Nosotros quedamos sorprendidos de la rapidez con la que esta terapia actuó porque es algo desconocido para nosotros como familia… Asumíamos que después de un año podíamos ver algunos cambios en su musculatura, pero fue más rápido de lo que pensamos”, añadió.

Valenzuela también reconoció que hubo problemas secundarios asociados al tratamiento, como cefaleas casi semanales, náuseas y baja de peso por alimentos que comenzó a rechazar.

“Pasados los meses, todos esos efectos que tuvo ya pasaron. Se ha normalizado bastante y ahora con mucha emoción podemos ver cómo él juega en las plazas como todos los niños y ya no argumenta estar cansado”, afirmó.

Tomás y su familia viven en Conway, Arkansas, para cumplir con un estricto seguimiento médico. Los controles, que al inicio eran día por medio, ahora se realizan mensualmente. En enero le practicarán un chequeo integral donde evaluarán su función cardíaca y muscular. Paralelamente, el niño asiste a un colegio local, donde, según la indicación del equipo médico, debe llevar una vida completamente normal.

En su estadía en Estados Unidos, los padres de Tomi mantienen contacto con otras familias chilenas que también buscan acceder a esta terapia a través de ensayos clínicos.