Diversas lecciones dejó el paso de los enviados papales por Osorno, Charles Scicluna y Jordi Bertomeu, quienes por cuatro días sostuvieron largas jornadas de reuniones y recopilación de antecedentes, pero donde el objetivo era primero ser enlace en la dividida diócesis local, y a su vez, pedir perdón a toda la comunidad local por los dichos del Papa Francisco, los que significaron que la ciudad quedara estigmatizada bajo el rótulo de “tontos y zurdos”.

Sin embargo, el ambiente previo a la llegada no era precisamente de comunión, ya que como lo señalaron oportunamente los laicos -a través de su vocero Juan Carlos Claret- la venida de Scicluna y Bertomeu no significaría la culminación de una etapa, sino más bien la apertura de una de largo aliento y que tiene por objetivo la reconciliación.

Pero la lucha no terminaría allí, toda vez que se sumaba otra petición a nivel país, la cual consistió en que así como se fueron obispos “para la casa” por haber cometido delitos, que ahora “vayan a la cárcel”.

A pesar de las discrepancias, las altas expectativas se hicieron notar y los laicos lo expresaron recibiendo a los enviados en el aeropuerto con globos verdes como un símbolo de esperanza.

En la antesala de las reuniones, la mano derecha del arzobispo de Malta, el sacerdote español Jordi Bertomeu, fue tajante en asegurar que había que terminar con una plaga dentro de la iglesia.

Los testimonios de abusos no se hicieron esperar y se notaba en cada visita a las parroquias locales. Instancias en donde el mensaje de Charles Scicluna era conciso: buscar justicia para las víctimas.

Se buscaba a toda costa culminar con la división e iniciar la reconciliación, es más, ello se reflejaba en el clero, el cual se unió en torno a la presencia de los enviados papales. Peter Kliegel, reconocido sacerdote local, mencionaba tras la reunión que si hubieran escuchado a las personas, esta situación no habría ocurrido.

Y así fueron pasando las intensas jornadas de trabajo eclesial, que se extendían hasta pasadas las 22:00 o 23:00 horas, pero siempre con el mismo objetivo, poder obtener la mayor cantidad de información posible y donde la comunidad recibía –agradecida- a los enviados que se mostraban dispuestos a escuchar.

“Reparación y reconciliación”

Finalmente este domingo -para el mediodía- se agendó lo que sería la eucaristía de “reparación y reconciliación”, donde se albergaba la esperanza que los miembros, que por más de 3 años se vieron enfrascados en discusiones, dejaran de lados sus diferencias y se estrecharan la mano en señal de paz. Pero ello, no ocurrió.

Si bien la catedral San Mateo, el máximo símbolo del catolicismo en la provincia se vio atestada de feligreses, los bandos aún se observaban.

Pero se sumó un nuevo párrafo a la historia, ya que en la misma instancia donde incluso los enviados papales de rodillas en señal de arrepentimiento pedían perdón a nombre de Francisco, Jorge Concha Cayuqueo asumía como el nuevo administrador apostólico de la fracturada diócesis de Osorno, en reemplazo de Juan Barros Madrid.

Era el comienzo del fin, es decir, de la etapa donde ya un grupo de osorninos comienza a dar vuelta la página, para aceptar que existen graves problemas en la Iglesia Católica y -asimismo- una evidente división en la diócesis de Osorno.

En lo referido a qué viene de la mano con un proceso de verdad y justicia, sobre todo es justicia para quienes por años sufrieron en silencio, dado que enfrentarse a la iglesia parecía imposible.

Pero, hay una duda que se mantiene en el ambiente, relacionada si habrá reconciliación, lo que a juicio de los laicos costará, pero no es un imposible.

Asi concluyó la visita de dos emblemáticos personajes dentro de la Iglesia Católica; los enviados especiales designados para investigar los presuntos abusos y encubrimientos al interior del clero.

Sin embargo, hay muchas lecturas que hacer en torno a la historia que partió a mediados de marzo de 2015, graficadas en la salida de Juan Barros Madrid, sumado a la visita de Scicluna y Bertomeu, sobre si dichos hechos son garantías de una futura reconciliación entre los miembros de la diócesis de Osorno.

Otra interrogante que queda en el aire, es si la visita servirá para que las presuntas víctimas obtengan la ansiada justicia, pero por sobre todo la paz espiritual, a lo que se agrega si se verá nuevamente a la comunidad osornina unida en un abrazo fraternal.