Nicolás Ibáñez, el magnate chileno que triunfó con Líder y luego lo vendió a Walmart, una vez más apareció en el ojo público a raíz de problemas al interior de su familia. En esta ocasión, el entorno de su hija, Carolina Ibáñez Varela, reveló que al excentrico empresario no le gustó que ella se embarazara sin estar casada y con una pareja que él no aprobó.

Dicho episodio trae a la memoria otra denuncia por violencia intrafamiliar que interpuso la madre y ahora exesposa, Carolina Varela. Cuando la acusación se hizo pública, en 2002, el empresario compró todos los ejemplares del diario La Nación Domingo, para intentar evitar que se conociera el asunto.

Todo detallado en un reportaje de la periodista Alejandra Matus, que publica el semanario The Clinic. En esta ocasión, la situación iría más allá de un simple enojo. La hija de Ibáñez se desempeñaba como directora ejecutiva de Chile+Hoy, una entidad desde la que el empresario distribuye aportes a un conjunto de fundaciones y ONG.

Tiempo más tarde, la mujer quedó embarazada de Pablo Donoso, hijo de los fotógrafos Pin Campaña y Max Donoso, quien decidió tener el bebé pese a que no fue planificado. De acuerdo a dichos desde su entorno, primero la felicitó. Pero la situación cambió rápidamente y comenzó a lanzar frases como “aquí viene el huevón que preñó a mi hija”, detalla la publicación.

Peor aún, a fines de 2017, mediante un intermediario, le comunicó “que había perdido la confianza de su padre para continuar dirigiendo la fundación y que le pedía que desarmara el equipo”.

Tras ello, Carolina Ibáñez comenzó las negociaciones para pactar su salida con Alberto Eguiguren, el abogado del Grupo Drake, mediante el cual Nicolás Ibáñez controla -entre otros negocios- la franquicia de Papa John’s y, de momento, el club de fútbol Santiago Wanderers.

Pero dicho escenario tenía un complicación: ella contaba con fuero maternal y no podía ser despedida hasta un año después del término del posnatal. Por ello, Ibáñez, reconocido en Chile como un ferviente Legionario de Cristo y admirador de Augusto Pinochet, acordó seguir pagando el sueldo de su hija hasta que terminara ese periodo legal, el cual se cumple en mayo próximo.

“Aunque Carolina es abogada y conocía su derechos, se sintió muy presionada. Sabía que podía demandar a su padre, pero temió las consecuencias que una acción ante los tribunales laborales podría provocar en su familia, entre sus hermanos. Y aceptó renunciar, con casi siete meses de embarazo”, cuenta una fuente consultada por The Clinic.

Sin duda, el asunto no es sólo un conflicto laboral. Otra fuente cercana a la familia admite que “el tema ha sido duro para Carolina, que sufrió depresión postparto. Ella siente pena y angustia, porque ha sido maltratada y humillada por su padre. Ha sentido el dolor profundo del rechazo por una situación en la que cualquier mujer espera sentirse acogida por su familia”.

Incluso, ahora que dejará de percibir los ingresos tras el trato por su salida, también teme por su futuro: “En mayo recibe el último pago de su fuero y después estará oficialmente desempleada. El poder de su padre es tan grande, que teme que alcance a todas las puertas que ella intente tocar para retomar su carrera”, advirtió la misma fuente al citado medio.