Las reuniones personales del papa Francisco con las víctimas del expárroco de El Bosque, Fernando Karadima, terminaron ayer domingo con el encuentro que sostuvo el Pontífice Romano con Juan Carlos Cruz. Previamente se reunió con James Hamilton y José Andrés Murillo.

“Estoy conmovido. El Papa me escuchó con gran respeto, cariño y cercanía, como un padre. Profundizamos en muchos temas. Hoy tengo más esperanza en el futuro de nuestra Iglesia. A pesar de la tarea que es enorme”, publicó Cruz en Twitter luego del encuentro.

El sábado fue el turno de Hamilton, quien calificó la cita de “sincera, acogedora y enormemente constructiva”.

Murillo, en tanto, indicó que “sólo espero que sea útil. Que ayude a cambiar lo que sea necesario para que el mundo sea un lugar que cuide, sane, acompañe y no que maltrate. Y que la Iglesia Católica en eso sea aliada y no más abusadora”.

Para este lunes se espera que el líder religioso se reúna con los tres al mismo tiempo, instancia en que entregarían un documento con propuestas para reforma la Iglesia en Chile.

Ante esta situación, el vaticanista Sandro Magister advirtió que es indescifrable lo que se decidirá luego de estos encuentros.

Entre los días 14 y 17 de mayo, Francisco sostendrá reuniones con la Conferencia Episcopal Chilena, instancia en la que se espera que el pontífice entregue señales sobre el futuro de -por ejemplo- la continuidad del obispo de Osorno, Juan Barros.

Asistieron al Ángelus

Las tres víctimas asistieron ayer domingo al Ángelus del papa Francisco, el cual presenciaron desde un balcón del palacio apostólico, una ubicación especial para los invitados.

Los tres se alojan desde el viernes en la residencia del pontífice dentro del Vaticano, la Casa Santa Marta, un gesto del Obispo de Roma para mostrar su compromiso en la lucha contra la pedofilia.

La invitación surgió después de que el Papa visitara Chile en enero, cuando puso en dudas sus denuncias de encubrimiento contra algunos aprendices de Karadima, apuntando directamente al caso del obispo de Osorno, Juan Barros.

A su regreso al Vaticano, ordenó una investigación sobre el caso y reconoció públicamente que se había equivocado y que había sido mal informado, por lo que decidió invitarlos y concederles el tiempo que necesiten.