Mientras una gran parte de la humanidad sigue en cuarentena por la epidemia de Covid-19, varios países como Reino Unido, Alemania o Chile contemplan instaurar carnés inmunológicos a las personas que superaron el coronavirus. Los especialistas en virus y la OMS dudan de la eficacia de tales dispositivos.

La pandemia de Covid-19 nos acerca cada vez más al mundo distópico de la serie Black Mirror en la que las aplicaciones digitales rigen las relaciones sociales y los sentimientos. La voluntad de los gobiernos de limitar los contagios ha conducido en los últimos meses a un rastreo masivo, abierto y aceptado de los movimientos de cada ciudadano a través de los celulares.

China dio un paso más allá en el control social al condicionar -en los focos epidémicos- el levantamiento de la cuarentena para los ciudadanos a la verificación previa de sus movimientos. Los individuos se ven atribuidos una señal verde o roja dependiendo de si han estado cerca o no de zonas con personas enfermas.

Y desde hace algunas semanas, Alemania y Reino Unido evalúan la posibilidad de implementar un pasaporte inmunitario para autorizar a salir a las personas que ya superaron la enfermedad. Chile ha sido pionero en la materia: en pocos días, las autoridades han prometido la entrega de los primeros pases de este tipo, aunque de forma más ambiciosa que en su versión inicial.

¿Cómo funcionarían estos salvoconductos epidémicos?

Actualmente, existen dos tipos de test para la Covid-19: las pruebas virológicas que detectan la presencia del virus Sars Cov2 en el organismo de un paciente con síntomas de Covid-19. Sin embargo son complejas de realizar y requieren una tecnología de laboratorio.

En cambio los tests serológicos que detectan la presencia de anticuerpos, células que nuestro cuerpo produce naturalmente para contrarrestar el virus, son más fáciles de usar.

Es con base a los resultados de estos tests de anticuerpos en el organismo que varios países contemplan la posibilidad de entregar certificados médicos, o carnés, a los ciudadanos que superaron la enfermedad, para que puedan circular libremente.

Varias empresas elaboran actualmente herramientas digitales, en colaboración con los gobiernos. La start-up Onfido propone un proyecto de kit que se podría usar en casa, cuyo resultado sería validado por las autoridades. “El test saldría verde si la persona es inmune, naranja si lo es parcialmente, y rojo si no lo es”, explica Husanyn Kassai, director de Onfido.

La empresa Bizagi implementa por su parte ”Coronapass”, una aplicación que despierta el interés de cuatro gobiernos y varias grandes empresas, asegura su director, Gustavo Gómez, cuyo objetivo principal es ofrecer una herramienta “para que los trabajadores puedan retornar al trabajo”.

En entrevista telefónica con RFI, Gómez detalla el funcionamiento de dicha herramienta: “Asumamos que el gobierno certifica la inmunidad de una persona. Tendría que entrar a la pagina Coronapass para hacer su solicitud de pasaporte de inmunidad. Tendría que adjuntar un documento de identidad e indicar donde realizó el test. Si fue en un hospital, el hospital revisaría sus registros para aprobar el Coronapass y lo envía al individuo. Y le enviamos el pase en forma electrónica o PDF para imprimirlo”.

Inmunidad efímera

La Organización Mundial de la Salud tuvo que calmar el entusiasmo de los sectores que esperan desesperadamente que los empleados retomen el camino de su trabajo. A finales de abril, la OMS aclaró que la presencia de anticuerpos en un organismo no le garantiza que sea inmune a una segunda infección por COVID19.

Además de las pruebas virológicas para detectar la presencia del coronavirus en el organismo de una persona,
varios países han generalizado los test serológicos que consisten en detectar anticuerpos mediante la puesta en contacto de plasma o saliva de una persona, con proteínas del virus.

Sin embargo, lo que dice solamente este tipo de test “es que el individuo ha estado con el virus”, precisa el doctor Daniel Scott Algara, reconocido imnunólogo del Instituto Pasteur de París.

En conversación con RFI, Scott es contundente: “Este tipo de anticuerpos no tiene nada que ver con la protección del individuo para una futura infección. La COVID-19 es una enfermedad reciente, por lo tanto no estamos seguros que tenemos una inmunidad permanente, o de memoria, como las que dan las vacunas”.

En Chile: pioneros… o conejillos de Indias

Esa incertidumbre ha llevado a Chile, primer país en anunciar la instauración de “carnet de inmunidad”, a rebajar sus ambiciones. Las autoridades planeaban entregar certificados de inmunidad a las personas que superaron el coronavirus.

Pero ante las crecientes reservas de la comunidad científica mundial, el Ministerio de Salud dio marcha atrás: sólo entregaran finalmente un “carné de alta” que indica que la persona superó la enfermedad, sin garantía en materia de inmunidad.

A esas dudas sobre la eficacia de los test de anticuerpos, Gustavo Gómez, de la empresa Bizagi asegura que “ante el escenario de que las personas sean inmunes por un periodo de tiempo, lo que permitiría la plataforma es generar un pase de inmunidad solamente válido por dos meses por ejemplo, al cabo de los cuales la personas tendría que hacerse otro test”.

Además se plantea de nuevo la cuestión de la protección de los datos personales. Si bien el conceptor de la app Coronapass asegura que solo los gobiernos serían los encargados de resguardos los datos de identidad y los estatus serológicos de cada usuario de la aplicación, nunca se puede descartar un uso malintencionado como en el caso del escándalo de Cambridge Analitica.

Y aún no queda claro qué utilidad social tendrían esos “pasaportes”: ¿qué pasaría en caso de falsificación de un pasaporte inmunológico? ¿Y cómo evitar que los detentores de esos salvoconductos abandonen las precauciones de rigor al sentirse inmunes? Varias respuestas que hacen dudar de la fiabilidad de dichos dispositivos.