Con el 94,4 % de los votos escrutados en Israel, el primer ministro, Benjamín Netanyahu, sigue sin tener una mayoría clara en el Parlamento y ni él ni la oposición podrían formar Gobierno.
A falta de resultados definitivos, las elecciones de este martes no le han otorgado al bloque del mandatario los 61 escaños necesarios para establecer un Ejecutivo.
Entre su partido, el Likud, y sus previsibles aliados ultraderechistas y ultraortodoxos, incluyendo al impredecible partido Yamina, concentrarían 59 de los 120 diputados que conforman la Knéset (Parlamento israelí).
El partido árabe islamista Raam, cuyo líder, Mansour Abás, insiste en que no descarta apoyar a cualquier candidato con posibilidades de formar Gobierno, se ha posicionado más cerca del bloque opositor y distanciado del de Netanyahu a causa del pacto de este con el Partido Sionista Religioso, abiertamente racista.
El grupo de partidos anti-Netanyahu, por otra parte, tampoco tiene un camino claro hacia la formación de un Ejecutivo.
Si bien, de contar con el apoyo de Raam, llegaría a 61 diputados, las diferencias ideológicas entre sus miembros, que incluyen a partidos árabes, de izquierda, de centro, de derecha y de ultraderecha, hacen que su coexistencia en el Gobierno sea prácticamente imposible.
Durante el día de hoy está previsto que los líderes de las distintas facciones comiencen a reunirse para negociar potenciales apoyos, que sin embargo no se concretarían hasta que finalice el recuento, algo que podría suceder esta noche o incluso mañana.
Hasta el momento son casi 250.000 votos los que aún no han sido escrutados, procedentes de diplomáticos, militares, contagiados de covid-19 y ciudadanos en cuarentena, que se conocen como votos de “doble sobre” y son contabilizados en el Parlamento.
Si bien parece poco probable que el final del recuento produzca cambios decisivos, aún no se descarta que el bloque de Netanyahu obtenga los dos escaños que necesita.
Sin embargo, si no lo logra y las negociaciones no avanzan, el bloqueo político que enfrenta Israel podría prolongarse y sus ciudadanos podrían tener que acudir nuevamente a las urnas, por quinta vez en poco más de dos años.