Irán, país sometido durante años a sanciones internacionales por sus actividades nucleares, es escenario desde el jueves de manifestaciones contra la situación económica y contra el poder, las más importantes en los últimos años.

Aunque el número de manifestantes estuvo limitado a unos cientos de personas los primeros días, es la primera vez desde 2009 en que tantas ciudades acogen tales protestas sociales, que han dejado un saldo de dos personas fallecidas.

El 28 de diciembre, cientos de personas se manifestaron en la segunda ciudad del país, Mashhad, contra el alza de los precios, el desempleo y el Gobierno del presidente Hasan Rohani.

Sin embargo, las movilizaciones terminaron con el arresto de 52 personas. Según el jefe del tribunal revolucionario, citado por la agencia Fars, cercana a los conservadores, estas personas fueron detenidas por haber coreado “consignas severas”. La mayoría fueron luego puestas en libertad, según la televisión estatal.

El medio reformista Nazar indicó que también hubo manifestaciones, más reducidas, en Yazd, Sharhud y Kashmar.

Condena de Washington

El 29 de diciembre, cientos de personas se manifestaron en Qom, coreando sobre todo “Muerte al dictador” y “liberen a los presos políticos”, según videos difundidos en redes sociales. Otros manifestantes pedían al régimen que abandone su apoyo militar y financiero a los movimientos regionales aliados para ocuparse de su propia población.

El vicepresidente primero, Eshaq Jahanguiri, acusó a los opositores de estar detrás de estos movimientos de protesta. “Algunos incidentes en el país en estos días se dan bajo el pretexto de problemas económicos, pero parece que hay algo más detrás de ellos”, afirmó.

Estados Unidos condenó las detenciones. “Los dirigentes iraníes transformaron un país próspero, dotado de una historia y de una cultura ricas, en un Estado renegado a la deriva, que exporta principalmente la violencia, el baño de sangre y el caos”, dijo en un comunicado el Departamento de Estado.

“Manifestaciones ilegales”

El 30 de diciembre, el poder sacó a decenas de miles de personas a las calles para celebrar el aniversario de la gran movilización progubernamental que marcó el fin de la contestación contra la reelección en la presidencia de Mahmud Ahmadineyad en 2009.

El ministro iraní del Interior pidió a la población que no participara en “manifestaciones ilegales”. “Hasta ahora, las fuerzas de seguridad y el poder judicial intentaron gestionarlas para que no hubiera problemas”, declaró Abdolreza Rahmani Fazli.

A mitad de la jornada, decenas de estudiantes que se habían reunido a las puertas de la Universidad de Teherán fueron dispersados por las fuerzas de seguridad con gases lacrimógenos. Después, cientos de estudiantes favorables al gobierno coreando consignas contra los “sediciosos” tomaron el control del lugar.

Por la tarde, cientos de personas se manifestaron en el barrio de la universidad expresando su rechazo al poder, antes de ser dispersados por la policía.

El presidente estadounidense, Donald Trump, reiteró sus advertencias respecto al poder iraní, afirmando que “los regímenes opresivos no pueden durar para siempre”.

Las autoridades bloquearon durante unas horas los teléfonos celulares, ampliamente utilizados por los iraníes.

Manifestantes muertos

Dos manifestantes murieron en la madrugada del 31 de diciembre durante enfrentamientos en la ciudad de Dorud, indicó el vicegobernador de la provincia de Lorestán, Habibollah Khojastehpur, asegurando que las fuerzas de seguridad no habían disparado contra los manifestantes.

El gobierno advirtió a los manifestantes diciendo: “Quienes destruyen los bienes públicos, crean desorden y actúan en la ilegalidad deben responder por sus actos y pagar el precio”.

El acceso a las redes sociales Telegram e Instagram desde dispositivos móviles volvió a suspenderse.