En el octavo día de juicio contra NIcolás Zepeda, Taeko Kurosaki -madre de Narumi- relató cómo fue su impresión del chileno y declaró ante un estrado que nunca le tuvo confianza.

En el octavo día del juicio desde Francia y contra el chileno, Nicolás Zepeda, acusado por el presunto homicidio de su ex pareja Narumi Kurosaki, tuvo lugar uno de los momentos más desgarradores de todo el proceso: el testimonio de Taeko, madre de la joven.

Hoy fue el turno de Taeko Kurosaki de ser llamada al estrado, quien dio un largo discurso hablando de su hija y de la desconfianza que le generó el imputado desde un inicio.

Ya frente al micrófono a Taeko le costó comenzar su relato. Luego de unos segundos de silencio comenzó a decir que “desde 2016 nuestra familia ha sido ayudada por una multitud de personas en todo el mundo. Les doy las gracias de todo corazón”, relató.

Según lo consignó el medio francés L’Est Républicain, las lágrimas corrían por las mejillas de la madre mientras daba sus detalles.

“Me gustaría ofrecer todas mis más sinceras disculpas por perturbar a tanta gente con la relación entre mi amada hija y este hombre. Este caso dio lugar a un miedo descarado a la naturaleza humana. Lamento haber causado ese miedo”, agregó.

Taeko Kurosaki estaba vestida de negro, de pies a cabeza, acompañada de una de sus hijas y de una intérprete a su lado. Saludó a los jurados, y luego arregló algunas notas en el escritorio.

“Narumi era muy cariñoso con Nicolas”, dice Taeko Kurosaki

La madre japonesa compartió inmediatamente sus debilidades internas ante el jurado y el magistrado.

“Perdí a mi madre cuando tenía 21 años. Era demasiado joven y es la edad de Narumi al momento de su desaparición. Nunca he podido agradecerle por darme vida”, dijo Taeko.

“(Narumi) fue para mí la reencarnación de mi madre. Mi misión era ofrecerle todo mi amor, para agradecer de alguna manera a mi madre por darme la vida. Lo crié con amor ilimitado”, dijo entre lágrimas.

“Era una niña encantadora, amable, sonriente todo el tiempo”, continuó Taeko Kurosaki.

Mientras la madre de la joven desaparecida hablaba, Nicolás Zepeda mantenía las manos unidas en sus piernas mientras escuchaba obedientemente el testimonio y sin ninguna reacción aparente.

“Narumi era muy cariñosa con Nicolas. Pensé: ‘Esto debe ser agotador para Narumi’. Cuando tuvimos nuestra primera comida juntos le pedí a mi hija que tradujera sus palabras. Nicolás habla de él, de sus padres y de la ‘familia rica de su madre"”, relató.

La señora Kurosaki recuerda haberse molestado con ese último discurso y se dijo a sí misma: “otra diferencia cultural”.

Recordemos que después de unos meses en Japón, Nicolás regresó a Chile.

Respecto de esa época la madre de la víctima detalló cómo fue la relación romántica con su hija, la que continuó a pesar de la distancia.

“Nicolas le enviaba regularmente cartas, collages de fotos y me di cuenta de que estaba cuidando. La pareja tenía altibajos, pequeñas peleas, reconciliaciones, pero es natural”, dijo

“Narumi decidió quedarse con él y le pregunté por qué. Ella me dijo que había perdido a todos sus amigos y que no quería perderlo a él también”, comentó.

La estancia de Narumi en Chile

Tras relatar cómo era la relación con su hija, Taeko comentó cómo fue la estancia de Narumi en Chile en septiembre de 2015.

“Cuando supe que era Nicolas quien lo financió todo le dije a Narumi que no era normal, que tenía que participar de los gastos de algún modo”, dijo.

Luego, con la llegada de Narumi a Francia, continuó diciendo que: “Ella enviaba mensajes en los que se quejaba: ‘Nicolas no deja de escribirme para preguntarme dónde estoy, qué hago y con quién"”.

Fue cerca de esas fechas en las que perdió el contacto con su hija y se enteró de su desaparición.

Según lo comenta el medio ya citado, en la sala mientras esto sucedía varias personas estaban llorando en silencio.

“Después de esta horrible noticia, ya no podía alimentarme y era imposible para mí dormir por más de unos minutos. Después de dos meses perdí 17 kilos”, dijo Taeko entre dos sollozos.

La mujer describió que pasó días gritando el nombre de Narumi y desarrolló “una profunda desconfianza de la humanidad. Estoy psicológica y físicamente destruida”.

“Mi alma está maltratada”, lloró, para luego confesar que incluso pensó en el suicidio.

“Pero mis dos hijas me protegen. Debo salir. Dejar de esconder mi cara”, finalizó su testimonio en el que dijo que “este hombre nunca dirá la verdad, por el resto de su vida. Lo sé”.