El Gobierno de Bélgica anunció este jueves un plan para mantener como estaba previsto en 2025 el cierre de las centrales nucleares, que representan el 50% del "mix" energético, pero reservándose el derecho de recurrir a la energía atómica en caso de que la seguridad de suministro se vea amenazada.

Bélgica cerrará, como tenía previsto, sus siete reactores nucleares en 2025, pero no descarta el uso de energía atómica de nueva generación, según un acuerdo concluido el jueves por la mañana entre los socios de la coalición gubernamental.

Una fuente gubernamental confirmó a la Agence France-Presse este acuerdo sellado tras una noche de negociaciones. El mismo prevé “una inversión de unos 113 millones de dólares en la investigación sobre los pequeños reactores modulares” (small modular reactors, SMR), precisó esta fuente.

La salida progresiva de la energía nuclear está inscrita en la ley belga desde 2003. El último plazo retenido es el año 2025, una fecha que el gobierno actual se comprometió a respectar al entrar en funciones en octubre de 2020.

Pero la cuestión divide a la coalición en el poder que incluye, entre otros, a los liberales del primer ministro Alexander De Croo), los socialistas y los ecologistas.

Freno de emergencia

El Ejecutivo federal, una coalición de siete partidos en la que las carteras de Energía y Medioambiente recaen en los ecologistas, llegó a un acuerdo sobre el espinoso dosier que contempla dos escenarios.

El primero, el A, es el plan que quiere privilegiar el Gobierno del liberal flamenco Alexander de Croo y contempla el abandono de la energía nuclear en 2025, como está previsto en la legislación desde 2002, pero destina 100 millones de euros a inversiones en nuevas tecnologías nucleares.

La energía atómica sería sustituida por centrales de gas, lo que acarrea un nuevo obstáculo en un asunto que lleva dos décadas de discusión, pues no hay acuerdo sobre dónde instalar las nuevas plantas para quemar hidrocarburos.

Las autoridades federales y regionales seguirán trabajando en las próximas semanas para encontrar una solución en ese punto.

Existe además un problema, pues a un consumo energético constante, las centrales de gas aumentarán las emisiones de CO2 de Bélgica, lo que alejaría aún más a ese país centroeuropeo del objetivo de la UE de reducir los gases de efecto invernadero en 2030 un 55% respecto a 1990.

El segundo escenario, al que el Gobierno no cierra la puerta, pasa por prolongar la vida de algunos reactores nucleares si peligrase el abastecimiento energético, circunstancia que en el seno del gobierno celebran los liberales francófonos, opuestos al cierre de las plantas atómicas.

“Se ha elegido reforzar el escenario A”, ha dicho en rueda de prensa el primer ministro, quien ha explicado que al mismo tiempo el Ejecutivo se dota de una “red de seguridad” sobre una posible prolongación porque “no hacerlo no sería inteligente”.

La industria nuclear, por su parte, lleva tiempo pidiendo al Ejecutivo que concrete un plan y aporte certidumbre para poder planear las inversiones necesarias en caso de que se pretenda alargar la vida de los reactores.