El 8 de septiembre se abrirá el juicio por los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París. Junto con los atentados de enero de 2015, la tragedia que dejó 130 muertos marcó la irrupción del terrorismo de masa en Francia.

Los atentados de 2015 formaron parte de un movimiento de recrudecimiento del yihadismo mundial.

La Primavera Árabe Siria, que comenzó en 2011, se fue transformando en guerra civil.

A lo largo de los años, grupos yihadistas surgieron en el seno de la rebelión siria y, en 2013, llegó el grupo Estado Islámico que buscó crear un califato y atrajo a 6.000 combatientes europeos.

“En aquel momento, no comprendimos que la crisis siria daba una nueva energía al terrorismo internacional. Esta vez yihadistas europeos estaban dispuestos a volver a Europa para extender la yihad”, señaló Hugo Micheron, investigador.

Tras el 13 de noviembre, el paralelismo con el 11 de septiembre de 2001 se estableció a menudo debido al trauma y a la indignación nacional e internacional que provocó este triple ataque.

Estos atentados, los más mortíferos cometidos en Francia, fueron los más espectaculares perpetrados en Occidente desde los dirigidos contra el World Trade Center.

“Desde el 11 de septiembre de 2001, ha habido algunos atentados importantes en países europeos, pero después, muchos atentados fueron frustrados. A diferencia de Bombay, por ejemplo, que sufrió atentados extremadamente devastadores en 2008”, recuerda Hugo Micheron.

El papel clave de los atentados de Bombay

Del 26 al 29 de noviembre de 2008, varios comandos atacaron hoteles emblemáticos de la capital económica de India, así como una estación de tren y un centro religioso judío.

“Inspiró en gran medida los de París, con un ataque de aspecto paramilitar o militar llevado a cabo por comandos coordinados. Y también el uso de armas de guerra, armas automáticas para ametrallar a la multitud”, explicó Cyrille Bret, profesor en Sciences-Po.

En ambos casos, el objetivo es sembrar terror apuntando a lugares de vida y entretenimiento, emblemáticos de una sociedad abierta, multicultural e internacionalizada.

“Se trata de lugares extremadamente simbólicos de la juventud y la diversión, el Estadio de Francia, los barrios de la Bastilla y la République, y el objetivo muy especial del Bataclan, una sala de conciertos internacional”, prosigue el investigador.

Otro punto en común: el deseo de imponer la violencia de una batalla lejana en la ciudad.

En Bombay, fue el conflicto de Cachemira, a unos 3.000 kilómetros de distancia, el que se trasladó a la capital cultural y económica india.

En París, fue el deseo de proyectar en las calles de la capital francesa los combates en Irak y Siria entre la organización Estado Islámico y la coalición internacional a la que pertenece Francia.

Sin embargo, los occidentales en general, y los europeos en particular, no vieron inmediatamente los atentados de Bombay como una amenaza futura.

“Vimos el derrumbe de las torres del World Trade Center en 2001 hasta la náusea; no percibimos en 2008, ni yo tampoco, que esos atentados tenían un impacto terrible, el de inspirar otros atentados. Los atentados de Bombay son muy explícitamente una fuente de inspiración operativa en la literatura terrorista”, analizó Cyrille Bret.

“Esta forma de atentado ha sido una especie de fantasía para los grupos yihadistas durante varios años”, añade su colega de Sciences Po Hugo Micheron.

Archivo | AFP

“Los terroristas conocían la sociedad que atacaron”

Dos años después de los atentados de Bombay, un comando vinculado a un grupo yihadista con base en Pakistán-Afganistán fue detenido cuando planeaba perpetrar atentados simultáneos en París y Berlín.

Todos los intentos posteriores fueron frustrados hasta el 13 de noviembre de 2015.

¿Por qué París pudo ser el objetivo del terrorismo de masa?

“Daesh disponía de unas capacidades logísticas que la mayoría de los grupos yihadistas nunca habían tenido: un enorme territorio, importantes recursos financieros. Pero también, y sobre todo, porque casi 6.000 europeos se habían unido a Daesh. Algunos de ellos tenían experiencia tras haber pasado por la yihad en Irak. Fueron los hermanos Clain quienes reivindicaron los atentados del 13 de noviembre en Francia. No fue el comando iraquí el que tuvo la idea de atacar el Bataclan, el Petit Cambodge o el Carillon”, dijo Hugo Micheron.

Los yihadistas franceses constituían el grupo más numeroso en cifras absolutas dentro de la organización del Estado Islámico, aunque proporcionalmente al número de habitantes, Bélgica estaba a la cabeza.

El primer atentado terrorista perpetrado por nacionales ocurrió en Londres, el 7 de julio de 2005. El grupo de comandos que atentó contra el sistema de transporte público de la capital estaba formado por ciudadanos británicos, nacidos en Gran Bretaña.

Sin embargo, el primer atentado cometido por un “retornado” de Siria se cometió en Bruselas. Su nombre: Mehdi Nemmouche. El 24 de mayo de 2014, mató a cuatro personas en el museo judío de la capital belga.

Un nuevo ciclo de terrorismo

Tras los atentados de París y Bruselas, el envío de comandos terroristas a Europa desde Siria se complicó considerablemente.

“Los servicios de inteligencia aumentan masivamente su cooperación e intensifican el intercambio de información. Las salidas a Siria, y más aún los regresos, se vigilan estrechamente”, escriben Marc Hecker y Elie Tenenbaum en La guerra de 20 años.

Surgió otra forma de terrorismo, descrita como la “yihad low cost”, con el uso de coches o camiones, como en Niza el 14 de julio de 2016, en Berlín en diciembre del mismo año, y luego en Londres y Estocolmo al año siguiente.

Aunque la capacidad logística de Daesh ha sido destruida en gran medida y su huella territorial ha desaparecido, Hugo Micheron insiste.

Es necesario pensar en el yihadismo europeo de forma autónoma, comprender las nuevas dinámicas para evitar reproducir los errores cometidos hace 30 años, cuando “un cierto número de veteranos de la guerra afgana contra los soviéticos, y luego veteranos del GIA argelino, retornados a Francia, difundieron y crearon progresivamente pequeños ecosistemas” que alimentaron las salidas hacia la yihad en Siria.