La Comisión Europea propuso el miércoles un plan de 750.000 millones de euros para sacar la economía del pozo del coronavirus , pero que debe enfrentar ahora la difícil aprobación por los 27 miembros de la Unión Europea (UE).
Para acercar posiciones, Bruselas propuso que este instrumento equivalente a unos 825.000 millones de dólares, que tomará prestado en los mercados en nombre de la UE, se reparta como préstamos, como exigía Países Bajos, y ayudas a fondo perdido, como pedían España e Italia.
“El costo de la inacción en esta crisis será mucho más caro para nosotros”, advirtió la titular del ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, llamando a los 27, ante la Eurocámara, a “dejar de lado los viejos prejuicios” y apoyar su plan.
La tarea no es fácil. Von der Leyen, que llegó al poder en diciembre con un programa basado en la transición ecológica y digital como nueva estrategia de crecimiento del bloque, se enfrenta a su mayor reto: salir de la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial.
La pandemia del nuevo coronavirus, surgida en diciembre en China, ha causado estragos humanos, con más de 173.000 fallecidos en Europa, y severos daños económicos, con una contracción del 7,4% del Producto Interior Bruto (PIB) de la UE en 2020, según Bruselas.
Aunque los 27 están de acuerdo en la necesidad de actuar para mitigar los daños, no esconden sus diferencias sobre la forma del plan.
La Haya y sus tres socios “frugales” abogan por préstamos reembolsables, mientras que Madrid y Roma quieren ayudas para no aumentar sus deudas.
Ese último escenario recibió la semana pasada el inesperado apoyo de Alemania, alineada tradicionalmente con los “frugales” adeptos del rigor fiscal y que, junto a Francia, abogó por un fondo de medio billón de euros (unos 550.000 millones de dólares) en ayudas a fondo perdido.
Bruselas busca así el equilibrio. Del total, Italia recibiría 81.807 millones en ayudas directas y 90.938 millones en préstamos, mientras que España contaría con 77.324 millones en subvenciones y 63.122 millones en créditos reembolsables.
Sin embargo, estos fondos, que podrán destinarse a la transición ecológica y digital, estarán vinculados al Semestre Europeo, esto es a las recomendaciones anuales de Bruselas a los países para reformar sus economías de cara a una mayor convergencia, según la Comisión.
“Competitiva, resistente, soberana”
Los debates se anuncian tensos. Los europeos reproducen la división existente durante la pasada crisis de la deuda, que se saldó con el rescate de Grecia, a cambio de duras reformas, y el cruce de reproches de los países del Norte al Sur por, a su juicio, no controlar el gasto.
La propuesta de fondo “es una buena base para la negociación”, estimó el gobierno español. “Es difícil imaginar que esta propuesta sea el resultado final de las negociaciones”, aseguró un diplomático neerlandés, advirtiendo que la aprobación debe ser por unanimidad.
Madrid y Roma ya pelearon para que el fondo de rescate de la zona euro, el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), no exigiera reformas a cambio de la concesión de líneas de crédito para afrontar la emergencia sanitaria, que se quedaron en un control de gastos.
Estas líneas de crédito forman parte de una primera respuesta de emergencia a la crisis de 540.000 millones de euros, junto al instrumento de préstamos para los planes de desempleo parcial (SURE) y los créditos del Banco Europeo de Inversiones (BEI) para empresas.
Al inicio de la pandemia, la UE suspendió además sus techos de gasto y flexibilizó sus normas de ayudas públicas que, según España e Italia, permitió que países menos endeudados gastaran más para rescatar sus economías en lugar de apoyar a sus socios europeos.
Aunque el presidente francés, Emmanuel Macron, pidió llegar a un acuerdo “rápidamente”, los analistas lo ven posible a partir de septiembre bajo la presidencia pro témpore de Alemania, máxime cuando el debate del fondo se suma al ya tenso sobre el presupuesto de la UE.
El fondo de reconstrucción estará de hecho vinculado al Marco Financiero Plurianual (MFP) 2021-2027, el primer presupuesto de la UE sin el Reino Unido y que debe financiar las nuevas prioridades y su “autonomía estratégica” frente a competidores como China.
El primer intento de llegar a un acuerdo en febrero se saldó con un fracaso. Los “frugales” querían limitar su tamaño del 1,07% de la Renta Nacional Bruta (RNB) propuesto al 1% y recortar en las tradicionales políticas agrícola y de cohesión, algo inaceptable en el Sur y el Este.
La Comisión Europea propone ahora un MFP de 1,1 billones de euros para los próximos siete años. “Nuestro presupuesto común está en el corazón del plan de recuperación”, dijo el comisario de Presupuesto, Johannes Hahn, para quien la UE saldrá “más competitiva, resistente y soberana”.