Muchos franceses no tendrán trenes este viernes en el inicio de las vacaciones de Navidad tras el fracaso del gobierno en obtener una “tregua” en su pulso con los sindicatos por una reforma de las pensiones.

Las esperanzas de obtener una “tregua” por Navidad se vieron truncadas después de que el gobierno y los líderes sindicales no lograran obtener un compromiso el jueves, tras dos días de negociaciones.

Dos sindicatos de los ferrocarriles, incluyendo el poderoso CGT, llamaron a seguir la movilización. “Lo único concreto es que el primer ministro no ha escuchado a las calles”, declaró el líder de la CGT, Philippe Martinez.

Solo un sindicato, Unsa, instó a hacer una “pausa por las vacaciones escolares” para que los franceses puedan pasar las vacaciones en familia, pero era insuficiente para que el tráfico ferroviario volviera a la normalidad.

El jefe del gobierno convocó nuevas negociaciones para principios de enero y los sindicatos nuevas manifestaciones el 9.

El viernes, solo circulaban la mitad de trenes habituales, una mejora en relación a las últimas dos semanas. Y 59% de los trenes previstos para el 23 y 24 de diciembre fueron cancelados.

Muchos viajeros varados recurrieron a agencias de alquiler de vehículos o a plataformas para compartir coches, pero el aumento de última hora de la demanda hacía muy difícil conseguir vehículos.

“Hemos visto el doble de solicitudes en algunas regiones”, principalmente en París y en el suroeste de Francia, dijo Robert Ostermann, director de Francia para Europcar.

En París, seis líneas de metro permanecían cerradas, mientras que Twitter está inundado de usuarios furiosos de Uber, obligados a pagar dos o tres veces las tarifas normales frente a una demanda que ha estallado.

El detonante de esta huelga es una reforma del sistema de pensiones francés, que prevé fusionar los 42 regímenes de pensiones existentes en un sistema único y atrasar dos años la edad de jubilación (de 62 a 64 años) para recibir una pensión completa.

Para el ejecutivo se trata de una reforma “necesaria” para garantizar un equilibrio financiero del sistema de pensiones, pero los sindicatos, muy poderosos en Francia, denuncian una “regresión” social.