Los partidos ultraderechistas estaban este lunes en el punto de mira en la Unión Europea (UE) tras una serie de escándalos, como el “caso Ibiza” en Austria, que rearmaron a las fuerzas europeístas a tres días de las elecciones a la Eurocámara.

La difusión de un explosivo vídeo de 2017 en el cual el futuro número dos del gobierno austríaco, el ultraderechista Heinz-Christian Strache, contemplaba atribuir contratos públicos a cambio de ayudas financieras hizo volar por los aires la coalición gobernante en Austria y forzó su renuncia.

La Comisión Europea, de boca de su portavoz Margaritis Schinas, acogió con “incredulidad” que un líder negociara con “socios” que “claramente” no llevan los intereses europeos en “su corazón”. En el video el político hablaba con una representante de un magnate ruso.

El caso de Strache aguó el sábado el gran acto en Milán de la ultraderecha europea, liderada por el ministro italiano Matteo Salvini, de cara a las elecciones a la Eurocámara y generó las críticas de los líderes europeístas.

“Nos enfrentamos a corrientes (…) que quieren destruir la Europa de nuestros valores y debemos resistir categóricamente”, aseguró rápidamente desde Zagreb la canciller alemana, Angela Merkel, criticando los “políticos que están en venta”.

Los comicios a la Eurocámara previstos del jueves al domingo se anunciaban como una batalla entre fuerzas europeístas y populistas euroescépticos, que, de confirmarse los sondeos, generarían los primeros pese a un nuevo auge de los otros.

Las últimas proyecciones de la Eurocámara daban en abril al grupo ‘Europa de las Naciones y de las Libertades’ (ENL), que aúna a la ultraderecha de varios países, una progresión de los 37 a los 62 escaños de un hemiciclo de 751, aunque podría beneficiarse de nuevas incorporaciones.

Para Christine Verger, analista del Instituto Jacques Delors, el ‘caso Ibiza’ en Austria, “país donde la ultraderecha forma parte del gobierno”, podría representar un problema a estas fuerzas al mostrar que no son impermeables a la corrupción.

 Heinz-Christian Strache , líder de la ultraderecha en Austria | Agence France-Presse
Heinz-Christian Strache , líder de la ultraderecha en Austria | Agence France-Presse

‘Consecuencias inciertas’

¿Esto podría debilitar a su electorado? “No es una buena noticia en principio, pero las consecuencias son inciertas”, explica a la AFP Verger, quien destaca el “movilizado”, “sólido” y “fiel” electorado de extrema derecha en Francia.

Matthias Jung, del instituto de sondeos alemán Forschungsgruppe Wahlen, explicó al diario Tagesspiegel que “este escándalo podría frenar el avance de los populistas en Europa”, al incitar a votar a los europeístas para frenarlos.

La ultraderechista francesa Marine Le Pen ya se vio obligada a negar que el exconsejero de Donald Trump, Steve Bannon, desempeñara un papel en su campaña en curso,
presionada por el partido del presidente de su país, el europeista Emmanuel Macron.

El ENL es uno de los grupos de la Eurocámara que forma parte del espectro populista de derechas que las proyecciones de esta institución otorgan un 23% de los escaños del próximo hemiciclo, a la espera de eventuales cambios en su composición.

La necesaria alianza de tres grupos o más para lograr la mayoría en la Eurocámara, unida a la voluntad de líderes como de unir sus fuerzas a los liberales para formar un nuevo grupo centrista, podría modificar el panorama.

El objetivo del grupo ultraderechista ENL es convertirse en tercera fuerza de la Eurocámara, superando a los liberales y contando para ello con la Liga de Salvini y la Agrupación Nacional de Le Pen,
y condicionar así la política de la UE.

El populista británico Nigel Farage, líder del grupo parlamentario euroescéptico EFDD y que lidera los sondeos en Reino Unido al frente del Partido del Brexit, también está bajo presión por la dudas sobre la procedencia de su dinero.

Las elecciones a la Eurocámara no son baladíes. En base a los resultados, los mandatarios de la UE deberán escoger quién lidera el próximo lustro las instituciones europeas. La reflexión empezará el 28 de mayo en una cumbre extraordinaria en Bruselas.