“Éramos testigos de una guerra desigual y sobre todo un abuso y matanza permanente.”. Ricardo Palma Salamanca, un exguerrillero condenado por el asesinato de uno de los máximos ideólogos de Pinochet, relata sus años de lucha armada y sus dos décadas de clandestinidad.

En entrevista con la Agence France-Presse en Francia, país que le concedió hace unos meses el asilo político, contó su historia, desde su espectacular fuga de una cárcel en Santiago en 1996 realizada en el interior de una canasta tirada por un helicóptero, hasta su detención en París en 2018, pasando por los más de 20 años en los que vivió escondido bajo diferentes identidades en México.

“Tuve varios nombres, muchas fechas de nacimiento”, contó Palma Salamanca impasible, entre dos sorbos de café, en un pequeño apartamento del barrio Latino de París.

Antes de empezar la entrevista puso dos condiciones, se niega a hablar de sus juicios, ni de la política actual chilena “para evitar más polémicas”. Tampoco quiso cámaras de televisión. “Estar delante de las cámaras me tensa mucho”, explicó este hombre de 49 años, de tez morena y cabello canoso.

Parte de su historia la plasmó en un libro, “Une étreinte du vent, Chili” (“El gran rescate” en español), que presentará en el Salón del Libro de París desde este viernes y con el que espera financiar parte de sus gastos de justicia.

En éste relata la preparación de su fuga en helicóptero de una cárcel de alta seguridad, donde cumplía una condena a cadena perpetua por el asesinato a tiros en 1991 del senador Jaime Guzmán, considerado como el máximo ideólogo de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).

A continuación extractos de la entrevista.

– ¿Por qué decidió venir a Francia?

“En México descubrieron mi identidad, el círculo comenzaba a cerrarse. Con mi excompañera y nuestros dos hijos nos fuimos a Cuba y de ahí vinimos a Francia. Era el único destino posible, fundamentalmente porque teníamos familia que nos podía brindar soporte y también por la historia de solidaridad que existió por parte de Francia con todo el proceso de la dictadura en Chile”.

– ¿Se esperaba a que Francia le otorgue el asilo?

“No, casi me desmayo (risas). No me lo esperaba. O sea todo el mundo me decía que sí, que todo iba a estar bien. Pero yo me decía ‘están siendo condescendientes’. No sentí alivio sino una especie de incredulidad. Me preguntaba si era cierto lo que estaba pasando”.

– ¿Qué lo motivó a unirse al Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR)?

“Creo que la motivación era evidente. Éramos testigos de una guerra desigual y sobre todo un abuso y matanza permanente. Eran tiempos muy radicalizados, o te defendías o te dejabas masacrar”.

– ¿Si pudiera dar marcha atrás, volvería a hacer lo mismo?

“Creo que tomé la decisión correcta para el tiempo y el contexto histórico que había en ese tiempo. Aunque Pinochet ya no estaba en el poder, era comandante en jefe y luego pasó a ser senador vitalicio. La ideología fascista de Pinochet seguía dictando el curso de la política en todo orden. Todo lo demás era como una puesta en escena. Los políticos jugaban a tener democracia”.

– ¿Qué recuerda de su fuga?

“Fue una operación perfecta. Muy pocas veces en ese tipo de situaciones la planificación se cumple al 100%. Todo salió como reloj y nadie salió herido”.

– ¿Cómo logró desaparecer durante más de 20 años?

“Con documentación distinta, te haces pasar por otra persona. Reboté por muchas partes antes de llegar a un lugar y establecerme. Siempre existieron redes de apoyo, gente dispuesta a ayudar sin ningún tipo de condición. Y tomé la decisión de hacer un corte radical con mi pasado. No volví a dar noticias a mi familia ni amigos, hasta ahora”.

– Imagino que fue lo más difícil….

“No, no fue difícil. Porque había algo más grande, el terror de volver a la cárcel. Cuando estuve en la cárcel valoré tanto mi existencia en libertad que dije yo no vuelvo a pasar eso jamás en mi vida. Fueron 4 años y 10 meses. 1825 días. En ese tiempo, en particular conmigo, se ensañaron de una forma muy profesional. Era una política permanente de hostigamiento”.

– ¿Espera volver un día a Chile?

“Nunca”.

– ¿Cuáles son sus aspiraciones?

“Retomar mi vida… o ni siquiera retomar porque nunca la tuve. Construir una vida austera, tranquila, en silencio. Y desenvolverme como cualquier otro mortal”.