Las elecciones generales de Suecia trajeron mucha incertidumbre al país nórdico, pues se desconoce qué coalición formará gobierno, aunque pareciera que el Partido Socialdemócrata parte con ventaja, también se constató que la irrupción de la extrema derecha ha consolidado la fragmentación de la política.

Aunque estuvo bajo las expectativas y sus líderes la calificaron de decepcionante, la buena votación de la extrema derecha, representada en los Demócratas de Suecia, confirmó el auge de estos movimientos en Europa que han aprovechado la crisis migratoria para enarbolar un discurso fuertemente nacionalista y populista.

La Deutsche Welle elaboró un listado de cinco casos en Europa, donde los movimientos de extrema derecha, vinculados a la antiinmigración y el “antieuropeismo” han logrado votaciones importantes, incluso llegando a gobernar o formar parte del Ejecutivo.

Italia

El ministro del Interior italino, Matteo Salvini, deseó a sus hermanos ideológicos suecos “todo lo mejor” para las elecciones. En Italia, su partido La Liga ya va más adelantado que su homólogo del país nórdico.

A pesar de haberse convertido solo en la tercera fuerza en las elecciones de marzo de este año, en junio pudo unirse a una coalición con el movimiento populista “Cinco Estrellas” del primer ministro independiente Guiseppe Conte, como socio menor.

Sin embargo, Salvini domina el debate con ataques contra la Unión Europea y los migrantes, hasta el punto de que a menudo se le considera el jefe de gobierno.

Salvini insulta a los refugiados llamándoles “carne humana”, prohíbe a los barcos de rescate atracar en puertos italianos e intenta chantajear a la UE con el tema de los refugiados. Y su retórica incendiaria y su política xenófoba tienen éxito.

A poco más de 100 días desde que la coalición asumió el poder, La Liga ya alcanza casi el 32% en las encuestas (en las elecciones había llegado al 17%), mientras que el movimiento Cinco Estrellas se está debilitando.

En una entrevista con DW, Salvini dijo recientemente que Merkel había “subestimado el riesgo de conflicto social cuando afirmó que había espacio para cientos de miles de estas personas en Alemania”.

ARCHIVO | Agence France-Presse
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Austria

El Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) también ha logrado mucho. Sin embargo, cuenta con una larga experiencia. Ya en 1999 el FPÖ se había convertido en el segundo partido más fuerte en las elecciones y había formado una coalición con el conservador ÖVP.

La misma alianza gobierna en Austria desde diciembre del año pasado, bajo la dirección del canciller Sebastian Kurz, del ÖVP. Aunque el vicecanciller Heinz-Christian Strache (FPÖ) no se tiene que preocupar demasiado por una política de mano dura hacia los refugiados.

El propio Kurz, del partido conservador, se ha movido mucho hacia la derecha y está haciendo todo lo posible para mantener a los refugiados fuera de Austria. Pero el FPÖ va aún más allá.

El ministro del interior, Herbert Kickl, quiere mantener a los solicitantes de asilo “concentrados” en un solo lugar, lo que le ha valido la acusación de usar terminología nazi. El FPÖ también mantiene estrechos lazos con el presidente ruso, Vladimir Putin, que visitó Austria hace algunas semanas.

Alemania

En las elecciones al Bundestag de septiembre de 2017, la Alternativa para Alemania (AfD) obtuvo el 12,6% de los votos y se convirtió en el tercer partido más fuerte y el mayor partido de la oposición. Y su popularidad sigue creciendo.

En las encuestas actuales se sitúa en torno al 15% y a veces incluso por delante del partido socialdemócrata SPD.

Muchos seguidores de la AfD se encuentran especialmente en los estados federados orientales de Alemania.

Aunque muchos políticos de otros partidos, politólogos y expertos constatan una creciente proximidad de la AfD al extremismo de derecha y exigen una observación por parte de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución, es evidente que esto no ha perjudicado al partido. El gran tema del partido AfD sigue siendo la política liberal de refugiados de la canciller Angela Merkel.

Francia

Cuando Marine Le Pen del Frente Nacional se enfrentó a Emmanuel Macron en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de mayo de 2017, muchos observadores parecían preocupados por nada menos que el futuro de Europa.

El europeísta Macron ganó finalmente con un 66% contra un 34%. Desde entonces, Le Pen ha perdido muchos puntos en las encuestas, incluso muchos seguidores del partido de extrema derecha esperan que la sobrina de Le Pen, Marion Maréchal Le Pen, tome el timón.

En cualquier caso, la xenofobia y el euroescepticismo son socialmente aceptables desde hace mucho tiempo también en Francia. La popularidad de Macron, la esperanza del 2017, ya se está desvaneciendo. Puede que solo haya detenido temporalmente la ola populista.

Marion Maréchal-Le Pen | Agence France-Presse
Marion Maréchal-Le Pen | Agence France-Presse

Países Bajos

Antes de las elecciones parlamentarias en los Países Bajos en marzo de 2017, políticos de partidos establecidos se pusieron muy nerviosos ante la expectativa de una victoria aplastante del Partido de la Libertad (PVV) del populista de derecha Gert Wilders.

Sin embargo, el PVV quedó en segundo lugar con un 13% del muy fragmentado sistema de partidos, mientras que los socialdemócratas casi fueron aniquilados en las urnas.

Al igual que en Suecia con los “Demócratas Suecos”, nadie en los Países Bajos quiere cooperar con el PVV. Después de largas negociaciones de coalición, se formó una complicada alianza de centro-derecha. Pero Wilders ya domina desde hace mucho tiempo la agenda política con su retórica anti-migratoria y anti-islam.

Además, el Foro para la Democracia, de Thierry Baudet, se ha convertido en un segundo partido de derecha en el panorama político que tiene objetivos casi idénticos y se encuentra temporalmente por delante del PVV en las encuestas.

A diferencia de Wilders, Baudet se presenta como persona culta y educada, toca el piano y habla latín, y se dirige así con éxito a las clases medias educadas. Por lo tanto, las respectivas proporciones de votos deberían sumarse en lugar de anularse mutuamente.