Francia exhortó el sábado a Estados Unidos a enviar un mensaje positivo a sus aliados europeos y socios del G7 para evitar una guerra comercial, mientras que Canadá expresó su “decepción” al finalizar la reunión de ministros del grupo.

“Corresponde a la administración estadounidense tomar las buenas decisiones para apaciguar la situación y allanar las dificultades”, declaró el ministro de Finanzas de Francia, Bruno Le Maire, al término de la reunión del G7 en Whistler, una estación de esquí al norte de Vancouver, destacando que las “contra-medidas” de la Unión Europea están listas.

Los europeos habían lanzado el viernes en la Organización Mundial de Comercio su primera contraofensiva frente a los aranceles estadounidenses impuestos a los metales, advirtiendo a Washington sobre el peligro del proteccionismo para la economía mundial.

Esa iniciativa fue seguida luego por Ottawa, que presentó su demanda contra Estados Unidos ante la OMC, tras haber anunciado el jueves aranceles punitivos contra su vecino.

Consultado sobre la celebración de la cumbre de jefes de Estado la próxima semana en Quebec, Le Maire reiteró el sábado que esto dependería de las “señales positivas” que Washington esté dispuesto a enviar “en los próximos días y en las próximas horas”.

El funcionario francés señaló que el “G6” (Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido, sin EEUU) había enviado unánimemente el mismo mensaje al secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin: “Estamos listos para responder, pero preferiríamos no hacerlo”.

Por su parte, el ministro canadiense de Finanzas, Bill Morneau, señaló en conferencia de prensa que sus homólogos y los gobernadores de bancos centrales solicitaron a Mnuchin “que comunicara (a la Casa Blanca) su inquietud unánime y su decepción” ante la posición de Washington.

En tanto, el viernes, el presidente Donald Trump había desafiado aún más a sus socios comerciales al sugerir sustituir el TLCAN con México y Canadá por acuerdos bilaterales con esos dos países.

“No me importaría ver el TLCAN, que tendría un nombre diferente, como un acuerdo por separado con Canadá y otro con México”, dijo a periodistas en la Casa Blanca.

Una decisión “ilegal”

Las relaciones entre los aliados transatlánticos se tensaron en casi 500 días de mandato de Trump por sus decisiones de retirarse del acuerdo nuclear con Irán, de trasladar la embajada estadounidense a Jerusalén y salir del acuerdo de París sobre clima, así como por sus críticas a organizaciones como la OTAN o la OMC.

El instituto de análisis Oxford Economics alertó no obstante de que “el peligro real para la UE es la ausencia de una respuesta estratégica al programa ‘Estados Unidos Primero"” de Trump, máxime cuando el acero y el aluminio sólo representan un 0,1% de sus exportaciones a Estados Unidos.

La UE siempre ha reiterado que su respuesta sería proporcionada y acorde con las reglas de la OMC. “Nosotros defendemos un sistema multilateral para un comercio mundial basado en reglas”, dijo la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström, para quien “Estados Unidos juega a un juego peligroso”.

La ofensiva estadounidense pone a prueba la capacidad de los 28 países de la UE de hablar con una sola voz y, sobre todo, el motor franco-alemán del bloque: la primera y segunda economía de la Eurozona abogaron por estrategias diferentes en las últimas semanas.

A ello se suma la situación en la tercera y cuarta economías de la Eurozona. En Italia, un gobierno formado por dos fuerzas euroescépticas asumió el viernes el poder, mientras que en España, el socialista Pedro Sánchez se convirtió en el nuevo jefe del gobierno tras derrotar en una moción de censura al conservador Mariano Rajoy.

Temores sobre ruedas

Frente a una Francia más partidaria de una línea dura, Alemania, una potencia exportadora y con una importante industria automotriz, abogó en las últimas semanas por evitar la escalada mediante un acuerdo con Washington, un llamado al que Trump respondió con nuevas amenazas de aranceles a los automóviles.

Estados Unidos declararía realmente una guerra comercial si confirma su amenaza de gravar las importaciones de vehículos, alcanzando “el corazón del reactor de los intercambios internacionales”, considera Sébastien Jean, experto de economía mundial del CEPII.

“Es de temer que este sea el comienzo de una evolución negativa de las medidas y contramedidas, al final de la cual no hay ganadores”, alertó el fabricante alemán Volkswagen.

El impacto económico de los aranceles estadounidenses sobre el acero y el aluminio es relativamente limitado, pero el mayor riesgo es una escalada, con represalias y contra-represalias, que podrían afectar gravemente el orden comercial mundial.

Desde Brasil, uno de los países afectados por los nuevos aranceles y cuotas estadounidenses, el gobierno del presidente Michel Temer reaccionó calificando a esa medida como “injustificada” y exhortó a Washington a negociar un mejor acuerdo, según un comunicado.

“El gobierno considera que la aplicación de las restricciones sobre las exportaciones brasileñas no se justifica y sigue abierto a construir soluciones que atiendan mejor las expectativas y necesidades de los sectores del acero y aluminio en Brasil y en Estados Unidos”, dice la nota.

Al mismo tiempo advirtió que Brasil “se reserva sus derechos en los ámbitos bilateral y multilateral” para buscar una salida a esta situación.