El número de nuevos casos por la epidemia del coronavirus disminuyó por tercer día consecutivo el domingo en China, donde ya hay más de 1.600 muertos, mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que era “imposible” predecir cómo evolucionará el brote.

Un alto responsable chino estimó que su país estaba controlando la epidemia, después de que el nuevo coronavirus se cobrara la primera víctima fuera de Asia.

Más de 68.000 personas han sido infectadas en China desde el inicio de la crisis, pero el número de nuevos casos diarios tiende a disminuir: el domingo alcanzó la cifra de 2.009, en el tercer día de repliegue consecutivo.

“Ya se puede constatar el efecto de las medidas de control y de prevención de la epidemia en diferentes partes del país”, celebró ante la prensa el portavoz de la Comisión Nacional (ministerio) de Salud, Mi Feng.

Más prudente se mostró la Organización Mundial de la Salud (OMS), que el sábado consideró que era “demasiado pronto” para hacer previsiones sobre la evolución de la enfermedad.

Según el último balance anunciado el domingo por las autoridades chinas, la neumonía viral COVID-19 provocó la muerte de 1.665 personas, la mayoría en la provincia de Hubei, donde se declaró en diciembre. En las últimas 24 horas, han muerto 142 personas.

“Gestión cerrada”

La provincia de Hubei, donde 56 millones de habitantes están aislados del mundo desde el 23 de febrero, ha restringido la libertad de movimiento de sus ciudadanos más allá de la capital, Wuhan.

Pueblos y ciudades residenciales están ahora sometidas a “una estricta gestión cerrada”, las 24 horas del día, lo que significa que los habitantes no deben salir más de sus casas hasta nueva orden.

Las compras y la distribución de comida y de medicamentos se pueden hacer de manera “centralizada”, precisa una directiva provincial publicada el domingo.

En el resto del mundo, la epidemia mantiene en alerta al planeta, con cerca de 600 casos de contagio confirmados en una treintena de países.

La ministra francesa de Salud, Agnès Buzyn, anunció el sábado la muerte la víspera por la noche de un turista chino de 80 años hospitalizado en Francia desde finales de enero. Esta muerte es la “primera fuera de Asia, la primera en Europa”, precisó.

Egipto, por su parte, anunció el viernes el registro del primer caso en el continente africano.

El principal foco de infección fuera de China sigue siendo el crucero “Diamond Princess”, en cuarentena en un puerto de Japón, con 355 contagios a bordo confirmados, entre ellos 70 nuevos anunciados el domingo.

Estados Unidos, Canadá y Hong Kong decidieron este fin de semana evacuar rápidamente a sus ciudadanos a bordo (casi un millar de pasajeros entre los tres), en cuarentena desde el 3 de febrero. Pero las 3.711 personas inicialmente a bordo aún no fueron sometidas a análisis para establecer su posible contagio.

Imagen y legitimidad

En China, después de haber destituido el viernes a los más altos responsables políticos de Hubei y de Wuhan, el régimen comunista anunció el domingo sanciones a altos funcionarios de menor rango.

“Cuando se produce una crisis de este calado, esto alcanza una importancia política, pues la imagen internacional de China y la legitimidad del Partido están en juego”, comenta el sinólogo Zhoy Xun, de la Universidad de Essex (Inglaterra).

El régimen del presidente Xi Jinping enfrenta una ola inédita de descontento por su reacción tardía a la epidemia. Un enfado que se vio avivado tras la muerte a principios de mes de un médico de Wuhan, que fue convocado por la policía por haber alertado desde diciembre sobre la aparición del virus.

“En general, desde Mao, el Estado ha hecho muy poco por la salud pública”, estima Zhou. “El resultado es que el sistema de salud es muy débil, ineficaz, caro y caótico”.