Cómo hizo Argentina para frenar la violencia en el fútbol ¿solución o rendición?

Las dos recientes muertes en el fútbol chileno propulsaron el final del plan Estadio Seguro, otrora emblema de la época de Sebastián Piñera para combatir los hechos delictivos en los espectáculos deportivos. Más allá del eterno debate en Chile sobre el fracaso en su objetivo y el foco en un único responsable de la seguridad, un país tan pasional en el fútbol como Argentina tampoco pudo resolver la violencia en las gradas.

Hace ya más de una década, el fútbol trasandino se juega casi exclusivamente con público local. La decisión de prohibir la presencia de hinchas visitantes se tomó tras una escalada de violencia, corrupción y desmanes que tuvo su punto de quiebre el 11 de junio de 2013 con la muerte de Javier “Zurdo” Gerez (38), un simpatizante de Lanús, en la previa del duelo con Estudiantes.

Desde entonces, la medida -que en principio fue dictada como “temporal”, pero que se volvió permanente como tantas otras de emergencia en Argentina- se convirtió en una norma tácita que rara vez se discute o se intenta revertir, salvo por contadas excepciones, donde los partidos se disputan en canchas neutrales con operativos de seguridad especiales a cargo de la empresa organizadora. Vale aclarar que desde 2007 ya se aplicaba solamente en los torneos del ascenso, una liga más “picante” en aquella época.

En paralelo a la prohibición de visitantes en las tribunas, el gobierno de Javier Milei aplica hoy el programa “Tribuna Segura”, un sistema para controlar al público asistente a los estadios. Se hace a través del escaneo de su documento de identidad, que permite evitar el ingreso de personas con antecedentes penales y/o por violar la Ley N° 20.655 (del Deporte, vigente desde 1974). Automáticamente, el registro detecta si hay infractores, y la Policía procede a la detención.

Por ejemplo, el pasado 11 de febrero, un integrante de la barra brava de Boca Juniors fue recapturado antes del duelo en la Bombonera con Independiente Rivadavia: pesaba sobre él una orden de detención vigente desde hace un año por delitos de abuso sexual gravemente ultrajante agravado, reiterado en al menos dos oportunidades.

TRIBUNA SEGURA: PRÓFUGO RECAPTURADO POR LA POLICÍA DE LA CIUDAD EN EL PARTIDO DE BOCA vs . INDEPENDIENTE RIVADAVIA.

Tenía condena por abuso sexual y había una orden de detención desde hacía un año. En el control de acceso al estadio lo detuvo la Policía de la Ciudad.

En el… pic.twitter.com/SmFY76PkAE

— Waldo Wolff (@WolffWaldo) February 11, 2025

Tribuna visitante prohibida en Argentina: ¿solución o rendición?

Tenía 38 años y le decían “Zurdo”. Su nombre era Daniel Gerez, y murió a manos de la Policía de la Provincia de Buenos Aires en medio de un operativo en el ingreso del público de Lanús al Estadio Único de La Plata, hoy rebautizado como Diego Armando Maradona.

Aquel fue un día marcado por el caos, los tiros y una escena que aún estremece: el disparo de una escopeta Ithaca 37, a quemarropa, le provocó a Gerez un agujero de cuatro centímetros en el tórax. Era una bala de goma, pero fue letal.

Los uniformados habían abierto fuego con el objetivo de “repeler desmanes”. Gerez cayó herido de muerte. El escándalo fue tan grande que, apenas horas después, el entonces ministro de Seguridad de Buenos Aires anunció el retiro de las balas de goma del equipamiento policial.

Después de la muerte del hincha de Lanús, tres policías fueron desafectados de inmediato: Roberto Lezcano, Víctor Bacuco y Jorge López. La causa judicial finalmente apuntó contra Lezcano, quien llegó al juicio en libertad y terminó absuelto en 2016. Hace casi una década, el crimen de Gerez, y que dio inicio al programa “Tribuna Segura”, sigue impune: nadie fue condenado.

Claro, el castigo colectivo sí quedó firme. Nadie pagó por la bala que mató a Gerez, pero todos los hinchas -culpables o no- siguen pagando con la ausencia.

En Argentina, la prohibición de los hinchas visitantes a partir de 2013 permitió simplificar la tarea para quienes deben gestionar la seguridad: policías, dirigentes y funcionarios. Con apenas un puñado de hinchas de un solo color o neutrales en las tribunas, el riesgo de choques violentos disminuyó, pero no dejó de ser una realidad.

Es que, pese a la reducción del público en los estadios, los operativos no se achicaron. La cantidad de efectivos policiales se mantuvo e incluso aumentó con el correr de los años, dando lugar a un esquema donde se custodia a menos personas con los mismos o más recursos. Cada club o empresa organizadora se hace cargo de los gastos del operativo.

Normalizada la prohibición, el regreso del público visitante no se debate ni se planifica. Impera, entonces, la comodidad institucional sobre el deseo de recuperar la fiesta completa, la de las familias y los grupos de amigos, en las tribunas.

La violencia, quizá no tan marcada en las tribunas, salvo algunos episodios aislados, se amplificó en las inmediaciones de los estadios, en internas de barras, en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y en aprietos a jugadores o dirigentes.

Con base en los registros de la ONG Salvemos al Fútbol, en el lapso de 12 años que lleva la restricción a los hinchas visitantes murieron más de 70 personas en partidos de la Primera División, 12 más que en la década 2003-2013 y 16 más que entre 1993-2003. Desde 1922, año de la primera muerte reportada en el fútbol argentino, hasta la actualidad hubo 352 víctimas fatales.

El pico máximo de fallecidos ocurrió inmediatamente después de implementada la prohibición, en 2014, a lo que siguió un descenso progresivo. La mayoría de las tragedias se dio en enfrentamientos aledaños a la cancha por barras o por una rivalidad explícita. Por ejemplo, el 4 de febrero de 2024, Ricardo Nicolás Balle (32), hincha de Gimnasia y Esgrima de Mendoza, murió apuñalado en medio de la disputa de dos facciones de la barra brava. Todavía hay una recompensa millonaria para dar con el autor del crimen.

A pesar de que Claudio “Chiqui” Tapia, el presidente de la AFA, promete desde 2017 que los visitantes volverán, aún nada cambió. De hecho, en los mundiales de la FIFA se “fogonea” el viaje de miles de barras para alentar a la Selección Argentina.

La queja va ahora contra los clubes por la carencia de obras necesarias para asegurar a los hinchas, como si el Estado y su atención al tejido social no fuera la clave.